Son ya, muchas las voces, las que dicen que jubilarnos a los 67 años será una utopía y los jóvenes tendrán que trabajar aun más años para poder garantizarse el acceso a una pensión. Mientras un estudio de la Fundación BBVA y el Ivie advierte de que los jóvenes tendrán que trabajar hasta los 71 años para acceder a la pensión, la ministra Elma Saiz lanza un mensaje de tranquilidad y defiende que el sistema está “blindado”. El Gobierno no menciona el informe directamente, pero su discurso responde a la alarma que siembran estas proyecciones: “No, los jóvenes no se van a jubilar con 71 años” ha publicado en su red social LinkedIn.
La polémica se aviva cada vez que un informe independiente pone cifras al futuro de las pensiones. El estudio publicado por BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas sostiene que un joven que hoy entra en el mercado laboral y solo logra cotizar 30 años tendría que alargar su carrera hasta los 71 para mantener el mismo poder adquisitivo que un jubilado actual. ¿La causa? La combinación de entrada tardía al empleo, carreras laborales intermitentes y salarios bajos, que dificultan acumular suficientes cotizaciones.
Un récord absoluto en afiliación a la Seguridad Social
Frente a este panorama, Elma Saiz insiste en un mensaje político claro: “las pensiones son y serán dignas y suficientes”. La ministra saca pecho de la última reforma, el récord histórico de casi 22 millones de afiliados y la reducción de la temporalidad juvenil del 60% al 20% desde 2018. Además, defiende que las subidas del salario mínimo han beneficiado especialmente a los jóvenes y recuerda los “cuatro acuerdos de sostenibilidad” aprobados en diálogo social.
A pesar de esto, los datos del informe matizan el optimismo oficial. La tasa de ocupación de los jóvenes entre 16 y 29 años ha caído 15 puntos desde 2007 y hoy apenas supera el 43%. El 28% de los jóvenes asalariados sigue con contratos temporales y el 25% trabaja a tiempo parcial, muy por encima de la media. Además, el salario medio de los menores de 30 años es un 34% inferior a la media española, y sus hogares ingresan de media un 4,2% menos.
Revalorización de las pensiones conforme al IPC
La segunda reforma de las pensiones (conocida como la reforma de Escrivá) introdujo un nuevo impuesto siendo este el Mecanismo de Equidad Intergeneracional (MEI), el incremento gradual de la base máxima de cotización y la llamada “cuota de solidaridad”. Pero la medida más aplaudida por el Ejecutivo ha sido la eliminación del 0,25% de subida mínima anual, que durante años supuso una pérdida de poder adquisitivo para los jubilados, y su sustitución por un sistema de revalorización conforme al IPC real. De esta manera, desaparece también la tradicional “paguilla” de compensación de las pensiones.
Pero las dudas siguen. El informe advierte que solo aquellos que logren cotizar 40 años o más podrán jubilarse a los 65 y mantener su nivel de vida. Si la carrera laboral es de 35 años, la jubilación se retrasaría a los 68. Y con solo 30 años de cotización, la edad subiría a los 71 años. Y, de fondo, una realidad: cada vez menos jóvenes encadenan empleos estables durante décadas.
Desde el Ministerio se insiste en que el sistema está protegido y que las reformas “blindan” las futuras prestaciones. Sin embargo, expertos alertan de que si no mejora la calidad del empleo joven y no se incentiva el ahorro privado, el riesgo de pensiones insuficientes seguirá creciendo. El Gobierno, por su parte, evita dar cifras concretas sobre cuántos jóvenes podrán realmente cumplir esas trayectorias de cotización.
La brecha entre el mensaje político y los datos técnicos sigue abierta. ¿Podrán jubilarse los jóvenes españoles a los 65 como sus padres, o la realidad les empujará hacia los 70? El debate sobre el futuro de las pensiones se libra, una vez más, entre discursos de tranquilidad y cifras que invitan a la prudencia.

