En España, el trabajo como empleada del hogar siempre ha sido bastante duro y mal pagado, donde las personas migrantes han ocupado un papel importante. Según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), casi la mitad de quienes lo ejercen son extranjeras y, aunque se trate de una ocupación esencial, los sueldos suelen ser ajustados y las condiciones, exigentes. Pero más allá de la estadística, cada historia personal refleja lo complicado que es llegar a tener estabilidad.
Una de estas caras es la de Melissa Sánchez, hondureña que llegó a España en 2014 buscando mejores oportunidades. En su país había trabajado en un banco, pero la falta de opciones y los bajos salarios la empujaron a migrar. Sus primeros empleos en España fueron cuidando personas mayores, un cambio que, según sus palabras lo que describe como “lo más difícil” por las tareas a las que no estaba acostumbrada. “Venimos pensando que aquí nos vamos a dar la gran vida, pero la realidad es muy distinta”, reconoce.
Tras pasar tres años sin papeles, pudo regularizar su situación y dejar el trabajo como interna para empezar a cobrar por horas. Hoy, combina la limpieza en una casa particular con otro empleo en una oficina.
¿Cuánto se gana limpiando casas en Madrid?
Tal y como explica en la entrevista, Melissa trabaja de lunes a viernes. Por las mañanas, limpia en una oficina desde las 6:30 hasta las 8:30 horas, y después acude a casa de Rosa, su jefa, donde hace tres horas por la mañana y otra más por la noche para preparar la cena. En total, tiene una jornada laboral de 7 horas diarias repartidas en dos empleos.
En lo económico, asegura que ha tenido suerte. Empezó ganando 500 euros por cuatro horas en una casa, pero Rosa le ha ido subiendo el sueldo cada año hasta llegar a 700 euros. A esto se suman unos 760 euros de la oficina. “Entre los dos trabajos, gano entre 1.400 y 1.500 euros al mes”, explica. Además, valora que los fines de semana sean exclusivamente para su hija y su familia: “No cambio eso por nada”.
Aunque ahora está adaptada y orgullosa de su experiencia, Melissa recuerda lo difícil que fue el inicio, por adaptarse a nuevos hogares, aprender a organizar el tiempo y ganarse la confianza de los empleadores. “Hay que ser honrado, responsable y hacer las cosas con amor”, resume. Destaca que las buenas recomendaciones son clave para conseguir empleo, ya que, incluso con papeles, la competencia es alta.
También ha vivido momentos personales muy duros. El peor, la enfermedad de su padre en Honduras. “Tuve que viajar sin papeles para verlo antes de que muriera”, recuerda. Pese a los riesgos, no dudó en hacerlo. Esa experiencia, junto a las dificultades de los primeros trabajos, la marcaron profundamente.
Orgullo y estabilidad
Hoy, con un piso alquilado, dos empleos estables y su hija en Madrid, Melissa no piensa regresar a Honduras a corto plazo. “El nivel de vida que tengo aquí no lo podría tener allá”, afirma. Aun así, no olvida sus raíces ni la ayuda que envía a su familia: “El trabajo no deshonra, lo que deshonra es robar. Tenemos que sentirnos orgullosas de lo que hacemos”.

