La imagen de las administraciones de Lotería como negocios estables y rentables dista mucho de la realidad a la que se enfrentan la mayoría de quienes las regentan. Aunque vender décimos del sorteo de Navidad y otros juegos pueda parecer sinónimo de obtener grandes beneficios, el sector arrastra desde hace años comisiones congeladas, la imposibilidad de abonar premios en ventanilla superiores a 2.000 euros y unos márgenes que dejan tan solo unos céntimos por cada décimo vendido.
Así lo explica Jesús Ibáñez, titular de la Administración número 13 de Almería, una de las más reconocidas de la provincia, en una entrevista para NoticiasTrabajo. En su caso, que comenzó en el mundo de la lotería por vocación y tras superar un concurso público hace 27 años, asegura que el sector ha cambiado poco desde entonces. El Estado sigue reteniendo grandes cantidades del importe de cada décimo, mientras el margen de beneficio para los administradores apenas ha variado.
Denuncia la baja comisión que se llevan los loteros por cada décimo
En el caso de la Lotería de Navidad, la más popular entre la ciudadanía, la comisión es de apenas “90 céntimos de cada décimo”, una cantidad que, según subraya Jesús, obliga a vender “muchísimos décimos para que te quede una comisión realmente digna para poder afrontar los gastos que conlleva una administración”, señala, haciendo referencia a los gastos fijos, de personal, de alquiler o de seguridad.

Por su parte, detalla que “Hacienda se llevaría unos 19,10 euros de cada décimo”, y reconoce que, aunque en la mayoría de casos estos fondos se destinan a proyectos sociales, “para la Administración de Loterías y el clamor de todas las administraciones, es un porcentaje bastante pequeño, ya que hace muchísimos años que no se ha subido la comisión”, denuncia el lotero.
“Te tienen que quedar 70.000 euros de comisión para cubrir gastos”
Sin embargo, la desigualdad territorial es evidente. Mientras las administraciones situadas en grandes capitales pueden alcanzar volúmenes de venta elevados, esta situación repercute de manera directa en la viabilidad de muchas administraciones de lotería, especialmente las que se encuentran en localidades pequeñas o sin gran flujo de turistas.
Jesús, consciente de la dificultad de generar gran volumen de venta para estos negocios, según sus cálculos, para cubrir los gastos básicos sin empleados, “mínimo que de comisión te quede unos 60.000 o 70.000 euros”, cifra que puede verse reducida considerablemente en caso de que se necesite contratar personal o hacer frente a un alquiler elevado, que es lo normal en una administración de lotería.
Los robos, el principal riesgo de una administración de lotería
Más allá de la rentabilidad del negocio, el riesgo económico es una preocupación constante para los loteros. Según Jesús, “el principal miedo que tenemos en las administraciones de lotería siempre es un robo”, ya sea por la vía física, mediante asaltos a la propia oficina, o por la vía de impagos relacionados con la venta delegada de décimos.
En muchos casos, los loteros depositan la confianza en asociaciones, equipos deportivos o cofradías, a quienes entregan lotería para su venta a cambio de que sea abonada antes del sorteo. Sin embargo, reconoce que pueden darse situaciones imprevistas. “Puede pasar que los que han vendido esos números se hayan gastado el dinero en otra cosa y luego a la hora de pagar no dispongan del capital que es necesario para pagar la deuda”, señala, explicando que, en última instancia, la responsabilidad recae siempre sobre la administración.
“Lotería con quien tiene el contrato de compromiso es contigo. Tú el día del sorteo tienes que tener el dinero o los décimos para devolver. Si el dinero no lo tienes, lo tienes que pagar”.
¿Merece la pena abrir una administración de lotería?
En su caso, Jesús reconoce que su situación ha mejorado desde que dejó atrás una administración situada en un núcleo pequeño con fuerte estacionalidad. “Puedo llorar con un ojo porque soy de las primeras de la provincia de Almería en cuestión de ventas”, asegura, aunque señala que la suerte le ha acompañado. “Es raro el mes que no damos un premio… algo que anima al público a visitarnos”, añade.
A pesar de todo y de que la rentabilidad va a depender de cada administración, Jesús defiende la parte más gratificante del oficio. Y aunque no es un negocio al uso, asegura que “te dedicas a repartir ilusión, a repartir premios, y al final a compartir con la gente su felicidad”.

