No todos los precios se dispararon con la silenciosa llegada y el posterior sonoro crecimiento y devastador efecto de la inflación, que parece ofrecer un respiro al bajar al 9% en las primeras previsiones de septiembre. Si productos y servicios básicos como la luz, la gasolina o el diésel pulverizaron cifras históricas, e incluso el aceite de girasol, otros han conseguido esquivar la subida generalizada de precios y mantenerse alejados de la espiral inflacionista.
Y tampoco se trata de artículos menores en cuanto a su importancia en el día a día. Una nevera o un colchón, por ejemplo, cuesta ahora mismo, de media, un 35% menos que antes de la pandemia o de la guerra, dos hechos causantes de la inflación. Que un puñado de sectores se mantengan impermeables al aluvión de sobrecostes tiene una explicación tal y como expone un estudio realizado por el comparador de precios ‘Idealo’.
“El aumento de la inflación, debido a las consecuencias de la guerra y a otros factores, ha hecho que muchos productos hayan aumentado su coste, sobre todo aquellos que están más ligados a los combustibles y a la energía. Sin embargo, como prueba este estudio, hay artículos que no solo escapan de esta situación, sino que están más baratos”, afirma Kike Aganzo, responsable de comunicación de ‘Idealo’.
Los artículos que resisten a la inflación: los frigoríficos y los colchones están un 30 % más baratos que antes de la invasiónhttps://t.co/Va3S2ViBIa@idealo_es pic.twitter.com/amhzhx9a5M
— indisa_editorial (@IndisaEditorial) September 28, 2022
Los electrodomésticos y la electrónica, en deflación
Es decir, que son deflacionarios. El antónimo de la inflación. Durante la pandemia se generó una demanda de microchips infinitamente superior a la oferta disponible, prácticamente insignificante tras el parón mundial propiciado por la pandemia de Covid-19 y las restricciones sanitarias.
El caso más notorio es el de los frigoríficos o neveras. A principios de año se situaron de media en los 1.440 euros, pero hoy apenas superan los 905 euros. Respecto a los colchones, han pasado de costar 304 a los 215 euros. También el sector textil se ha deflacionado. La ropa y calzado, sobre todo de la temporada de invierno, están actualmente de media un 9% más baratos que antes de la guerra. Destaca, asimismo, la bajada de la ropa de deporte, que ha caído un 12% a lo largo del año.
Inflación: ¿por qué hay productos que no suben de precio?
Los denominados cuellos de botella en los que los servicios de transporte tampoco daban abasto. ¿Qué ha ocurrido? Ordenadores, coches… Todos los bienes que lo usaban competían ferozmente por comprar un chip. Y los precios se han disparado. Pero, ¿que está pasando ahora? Esos cuellos de botella se han aflojado y los precios caen. Esta es la primera explicación. Pero hay otra.
Juguetes, colchones… Hay gente de estos sectores que trabajan con inventarios. Es decir, que poseen suficiente material para no tener que optar por una subida de precio de sus productos o servicios cuando puedes prescindir de ello. Caso contrario al del aceite de girasol cuando empezó el conflicto bélico en Ucrania. Ese aceite, que llegó a encarecerse un 300%, no venía de ese país, si no que ya se encontraba mayoritariamente en los grandes almacenes. En otras palabras, cobraron un producto en precios de paz a precios de guerra.
El ejemplo de Lego ante la inflación
La célebre marca de juguetes de construcción se enriqueció durante la inflación. Pero no con, o a costa de la inflación, sino siguiendo un modelo particular y contrario al mayoritario en el que congeló sus precios ante el pensamiento de que los juguetes iban a ser los primeros en dejar de ser comprados por las familias para ahorrar. Así, bajaron casi un 13%, y sus beneficios aumentaron en prácticamente 3.500 millones de euros. Incluso ha abierto 66 nuevas tiendas.
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