El transporte por carretera atraviesa una etapa de cambios y falta de personal. Las empresas buscan miles de conductores en un sector duro y con largas ausencias del hogar. Aun así, sigue siendo una profesión bien pagada, sobre todo en las rutas internacionales, lo que atrae a algunos jóvenes y mantiene la nostalgia entre quienes pasaron su vida al volante.
Es el caso de Eusebio Ponce, que durante 40 años recorrió Europa al volante de su camión. Ahora, ya jubilado, recuerda su trabajo con sentimientos mezclados: orgullo por lo vivido y cansancio por el esfuerzo que exigía. Lo define como un oficio “duro, sacrificado y esclavo”, aunque considera que sigue siendo una buena opción para quien busca estabilidad económica.
En una entrevista para NoticiasTrabajo, el transportista recuerda que cuando trabajaba ganaba unos 1.600 euros al mes, una cantidad que le permitía pagar la hipoteca, aunque siempre “con los tornillos un poco apretados”. También explica que la situación económica de los conductores ha mejorado, señalando que “hoy un chófer que hace ruta internacional puede ganar entre 3.000 y 3.800 euros, con todos los gastos pagados”.
Aun así, advierte, el trabajo “sigue siendo esclavo” y los conductores pueden pasar entre dos y seis semanas fuera de casa, con frío, nieve o carreteras cortadas por huelgas o temporales. “Es esclavo porque te dicen hoy ‘Venga para Alemania, para Italia, para Inglaterra’, y a lo mejor vuelves a los 15 o 20 o 30 o 40 días. Pero también llegas final de mes con 3700, 3800, 3500 euros y te puedes enfrentar cualquier hipoteca que tengas”, explica.
Eusebio lamenta que, pese a los buenos sueldos, falten conductores. Apunta que las empresas “están pidiendo muchos chóferes, pero nadie quiere ir. No sé por qué”. A sus 75 años, sin embargo, asegura que “si volviera a tener 23 años, yo me echaba la maleta a la litera y me iba a ganar dinero y más teniendo una hipoteca”.
La vida al volante: frío, soledad y kilómetros sin fin
Eusebio recuerda cómo transcurren los días en la carretera. “Tú sales hoy, digamos, a las dos de la tarde o a las tres de la tarde o a las diez de la mañana, y ahí llevas los papeles, todo”, explica. Reconoce que es un trabajo “duro”, lejos de la familia, “no es como el que trabaja aquí sus ocho horas y por la tarde está en su casa”, resume.
Define el transporte como “esclavo”, porque pasa mucho tiempo “en la carretera, tirado y con mucha esclavitud. Hielo, agua, nieve, carreteras cortadas, huelgas en Francia, Portugal o Italia”. A veces, cuenta, una nevada puede dejarlo detenido “dos o tres días” sin poder moverse, comiendo “de lo que llevas en la caja de herramientas”.
Además, explica que los horarios en este sector prácticamente no existen. “Normalmente, era hoy vas para Francia, mañana para Alemania, el otro para Valladolid, el otro para Barcelona. Horarios no había”, dice. “Eso de ‘hay que llegar a descargar en Mercadona, Mercamadrid o Mercazaragoza y has terminado’ no existía. Aquí salías hoy y a lo mejor venías dentro de diez días o dentro de tres”.
Las jornadas, explica, están marcadas por el tacógrafo, que controla las horas de conducción y descanso. “Tienes cuatro horas y media de conducción, tres cuartos de hora de descanso, otras cuatro horas y media y luego las nueve de descanso. Ahí te miran la velocidad, las paradas, todo”, detalla.
En definitiva, a sus 75 años, Eusebio lo resume con la sencillez de quien ha pasado media vida al volante: “El transporte es esclavo, pero hoy en día se paga bien”.

