La OCU recomienda estar atentos a las etiquetas de los productos y recuerda a los fabricantes que deben informar sobre los cambios que realicen en la composición de sus alimentos. Al igual que ocurrió con el papel higiénico al comienzo de la pandemia de COVID-19, el estallido de la guerra en Ucrania tras la invasión de Rusia amenazó con convertir al aceite de girasol en un producto en extinción en los distintos puntos de venta a nivel nacional.
“No hay aceite de girasol”, se podía leer, por ejemplo, en lineales de los supermercados vacíos. O en el mejor de los casos, si había, las unidades estaban limitadas por comprador.
El aceite de girasol, clave en establecimientos como pastelerías o restaurantes y en la elaboración de muchos productos, llega mayoritariamente (un 54%) de Ucrania, el principal país exportador para España, según la Asociación Europea de Productores de Aceites Vegetales (FEDIOL). La demanda, por tanto, sobrepasa ampliamente la oferta, por lo que la principal consecuencia es el sobrecoste en sus precios, llegando incluso a alcanzar precios del aceite de oliva virgen extra.
Para evitarlo, no solo los consumidores de este producto embotellado optan por otras alternativas, si no que los productores, los que usan el aceite de girasol como componente de otros productos finales como galletas o mayonesas, están optando también por otros sustitutivos de menor coste.
Qué información debe contener la etiqueta de un producto
El aceite de palma, de soja o de nabina están sustituyendo al aceite de girasol en las etiquetas que informan de la composición que debe portar cada producto alimentario. Pero no todos están actualizándolas debidamente, como indica la ley. Algunos aluden a razones de tiempo y costes. Algo “que podrían mejorar y mucho”, apunta la plataforma.
Por ello, el Consejo de Ministros aprobó un Real Decreto en el que admite como excepcionalidad temporal el reetiquetado con pegatinas, impresión con tinta o cualquier sistema similar que recoja debidamente estos cambios altamente importantes para los consumidores, que quiere y debe saber lo que come. Incluso métodos digitales, como los QR.
Toque de OCU a algunos fabricantes
La mayonesa Calvé cambia el aceite de girasol por el de soja. Es uno de los productos mejorables a los que señala la organización, de los que en general critica que “no llaman suficientemente la atención” los cambios. “Avisa del cambio con impresión con tinta en un lateral del envase (sería mejor en el frontal, más evidente)”, pero, en su lugar, “se debería haber cambiado la lista de ingredientes”, indica.
Asimismo, también apunta a las galletas Cuétara. “La indicación está en el frontal del envase, lo que está bien”, señala. Pero “se hace con una tinta negra sobre fondo oscuro, lo que impide la visibilidad”. A lo que añade: “El fallo es que no modifican la lista de ingredientes: peor aún, siguen manteniendo el dibujo en el frontal con la indicación del uso de aceite de girasol alto oleico… cuando ahora se ha cambiado este aceite por grasa de palma. Para respetar las normas deberían haberlo ocultado”.
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