Muchas personas que se plantean comprar su primera vivienda se enfrentan a una duda común, ¿es mejor destinar todos los ahorros al pago inicial y reducir así el importe de la hipoteca, o conviene guardar parte del dinero para mantener cierta flexibilidad económica? Aunque la idea de pedir prestado al banco lo mínimo posible parece prudente, algunos asesores financieros advierten de que esa decisión puede resultar arriesgada.
Uno de ellos es Kenny Blein, asesor de gestión patrimonial, que explica en Figaro Inmobilier que es preferible conservar parte del capital disponible para mantener margen ante imprevistos. Blein, que ha asesorado a numerosos compradores primerizos, asegura que no es raro que los clientes quieran emplear todo lo que tienen ahorrado para limitar el endeudamiento, pero recuerda que una hipoteca no es el único compromiso financiero que tendrán en el futuro.
El caso que expone el experto es el de una pareja de 35 años con 130.000 euros ahorrados, que quiere comprar su primera vivienda. El asesor recomienda que solo destinen 30.000 euros al pago de entrada, ya que con esa cantidad pueden cubrir los gastos de notaría, aval y tramitación.
Por qué no conviene quedarse sin liquidez al comprar una vivienda
Blein explica en el medio francés que con unos ingresos mensuales de 5.000 euros netos entre ambos, y con un préstamo a 25 años al 3,75% de interés, la pareja podría solicitar una hipoteca de hasta 340.000 euros, sin superar el ratio de endeudamiento máximo del 35%. La cuota mensual sería de unos 1.750 euros, incluyendo el seguro.
El asesor insiste en que es más sensato preservar parte del capital que tienen ahorrado. El porqué es sencillo y es la libertad financiera. Y es que de este modo evitarían depender únicamente de sus ingresos mensuales para cualquier gasto extra.
Además, invertir los 100.000 euros restantes podría ofrecerles una rentabilidad que, a medio plazo, compensaría parte del coste del préstamo.
Cómo invertir el resto del dinero ahorrado que no se destina a la entrada de la vivienda
Para el resto de ahorros que no se destinan a dar como entrada para la compra de la casa, el asesor propone una estrategia conservadora. Invertir el 70% en fondos en euros, el 20% en bonos y 10% en acciones. Con esa distribución, se estima una rentabilidad neta anual del 2,5%, tras descontar las comisiones de entrada.
En cifras concretas, Blein calcula que si invierten 98.000 euros, al cabo de 10 años podrían alcanzar un capital de 125.802 euros, lo que supone una ganancia neta de 27.800 euros, que traducido a ingresos mensuales, serían unos 232 euros al mes. Una cantidad que no solo podría destinarse a amortizar parte de la hipoteca, sino que también serviría como red de seguridad ante cualquier imprevisto.

