Uno de los oficios tradicionales más castigados por la falta de relevo generacional es el de albañil, junto a otros como el de fontanero o electricista también. Cada vez menos jóvenes se quieren dedicar a este oficio, porque lo ven muy duro y prefieren cursar estudios universitarios y dedicarse a otros temas. Es por eso que muchos migrantes cogen este tipo de trabajos que los jóvenes españoles no quieren, como el caso de Andrés Tavera.
Tanto es así que, con la continuidad de estos oficios en juego, se está propiciando también que aparezcan más falsos profesionales o personas que no tienen la cualificación necesaria. Estos ‘falsos profesionales’ que se aprovechan de la gran demanda que existe actualmente en estas labores tradicionales, pueden tener errores importantes realizando una instalación eléctrica o de fontanería que pueden ocasionar un desastre mayúsculo en cualquier hogar.
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Al paso de este delicado asunto ha salido Pepe Cañas, un albañil con más de 40 años de experiencia en la construcción, por lo que su voz tiene la suficiente autoridad para hablar de ello. El veterano obrero se lamenta de que la mala práctica de ciertos trabajadores no beneficia para nada la imagen que transmite el sector: a la vez que unos trabajan con dedicación y formación, otros solo impulsan la sensación de que las obras en casa son sinónimo de retrasos, problemas y acabados deficientes, según recoge en declaraciones la radio catalana RAC1.
Cómo ha cambiado el oficio de la albañilería
Cañas ha señalado a las personas que se hacen pasar por profesionales sin serlo como uno de los principales problemas de este tipo de oficios de toda la vida. Según explica, ahora “llega alguien que dice ser fontanero y no lo es”. En este contexto, comenta que muchas veces “te hace un trabajo de fontanería, lo tapa y el problema aparece a los meses, cuando tienes una fuga de agua que te afecta a ti o a tu vecino”, tal como contó en RAC1. También advierte de que el auge de la demanda y la falta de mano de obra especializada han provocado situaciones en las que “empiezan la obra, te piden dinero y te dejan tirado”. En esos casos, relata, es cuando “te dicen claramente que no pueden continuar con la reforma”.
Este albañil tiene ya casi 200.000 seguidores en redes sociales, donde comparte recomendaciones para afrontar pequeñas obras domésticas y ha ayudado a extender la afición por el bricolaje y las reformas del hogar. Explica que uno de los retos más duros de su trayectoria ha sido trabajar al aire libre, soportando tanto bajas como altas temperaturas. A lo largo de los años ha tenido que enfrentarse a encargos de distinta dificultad y reconoce que la piedra ha sido el material más complicado: “es un material que pesa mucho y hay que buscarle la postura”.
El sector, afirma, ha cambiado profundamente con la llegada de nuevas tecnologías y herramientas que facilitan el trabajo y disminuyen la carga física. Entre las tendencias actuales, destaca el uso de estructuras de pladur para levantar paredes y techos, sustituyendo al ladrillo y al mortero tradicionales. Como detalla, “No se utiliza el ladrillo o el mortero para hacer un tabique, simplemente se emplean reglas metálicas, tableros de cartón, se atornillan y después se rematan las juntas y ya tienes el tabique hecho”. También menciona la instalación de láminas de PVC desde el techo al suelo, que “imitan perfectamente el mármol o cualquier tipo de material rugoso. Además, es material ignífugo, es decir, impermeable al agua”.
Lo que era antes ser albañil para la gente y lo que es ahora
Durante mucho tiempo, recuerda, la figura del albañil estuvo ligada a una situación económica desfavorable. “Las madres no querían que sus hijas se casaran con un albañil porque era sinónimo de ser pobre”, señaló en la entrevista. Pero afirma que la percepción ha cambiado de forma notable: “Un albañil hoy en día es una persona que tiene un buen salario, una entrada económica estable y ese mito parece que ha ido desapareciendo”. Ya lo advertía Gonzalo Bernardos hace poco, que dijo que esta sería una de las profesiones mejor pagadas en unos años por la falta de mano de obra.
Aunque ya no trabaja activamente en reformas, Cañas compartió algunas de las tradiciones que solía mantener en sus obras como una especie de firma personal. “Cuando tapamos los huecos de las bañeras, dejamos un mensaje o una botellita de cerveza con un mensaje”, contó. Además, añadió: “Ponemos nuestra marca e incluso, a veces, disimuladamente, colocamos una pieza en un lugar que no se va a ver, pero la ponemos del revés. Es como el pintor que firma su cuadro”, una anécdota que explicó en su conversación con RAC1.