Son muchas las personas que vienen a España en busca de una vida mejor. Encontrar un trabajo mejor remunerado que en su país de origen es su objetivo, y así salir de la situación de precariedad en la que se encuentran. Sin embargo, esta apuesta no siempre tiene el resultado esperado, encontrándose incluso en la calle sin nadie que les ayude, con toda su familia a miles de kilómetros.
Es lo que le ha pasado a María Rut, una mujer colombiana de 58 años que emigró a España en busca de oportunidades. A pesar de que desea con todas sus fuerzas poder trabajar, lleva 9 meses sin encontrar empleo, durmiendo en el aeropuerto y subsistiendo con una comida al día. En el podcast ‘Quique Vasquez Historias de Migrantes’, ha querido narrar las dificultades que sufren muchos inmigrantes, desde la frustración de no poder trabajar legalmente hasta la desesperación por conseguir un empleo que les permita salir adelante.
“Todos los días voy a buscar empleo en las iglesias y a todo el mundo le hablo, pero a veces me siento cansada. Me tiene muy triste. Es que no encuentro empleo en ninguna parte”, explicaba desesperada, contando que duerme “en el aeropuerto sentada”, llevando así 5 meses y medio sin poder descansar, ya que el personal de limpieza pasa por allí tanto a las 00 como a las 04:40 horas, levantando a los que están como ella. Una situación que no le queda otra que pasar porque no tiene ni “una moneda”, diciéndole su familia que es mejor que se vuelva a Colombia.
Ella, sin embargo, quiere cumplir su sueño de trabajar en España y tener una vida mejor: “quiero salir adelante, quiero tener un empleo, tengo estado físico y si las personas me dan la oportunidad, les demuestro que soy de buen genio, soy trabajadora, soy una persona muy honrada”, reclama.
Más de 5 meses en la calle sin encontrar trabajo
Como explica María en el podcast, puede comer gracias a la Iglesia, ya que acude a uno de sus comedores: “Me dan comida a la 13 de la tarde y hacemos fila como desde las 10:30 u 11 de la mañana, allá dan fe de mí que yo soy una buena persona”. El dinero que traía ahorrado para España se le acabó a los tres meses y medio y, aunque su familia le ha mando dinero en alguna ocasión desde Colombia, no le alcanza.
Lo cierto es que María no ha querido trasladar su realidad total a sus hijos, que piensan que está quedándose con una amiga. Sobre sus dificultades, no entiende por qué teniendo el pasaporte en vigor, nadie le da empleo. “A veces uno llora porque se siente desubicado, pero la verdad es que soy una persona con mucha fortaleza para trabajar”, asegurando que le da igual trabajar en el campo o como cuidadora. Lo que le ofrezcan.
“Lo que más quiero es una cama”
Obligada a dormir sentada en el aeropuerto, además de trabajo, María tiene claro cuál es su deseo: “lo que más quiero es una cama”. Por ello, ruega a todos los que le están escuchando: “si tienen una casa sucia, tienen una persona que necesite que la cuiden, tienen unos bebecitos y no saben con quién dejar… No se van a arrepentir. Denme la oportunidad”, indicando también que “soy una mujer de coger una pica, de coger una pala” porque es “fuerte”.
Durante el día, está con su maleta por el centro de Madrid, cogiendo el metro sobre las 19 y 20 horas para irse al aeropuerto. Para asearse, ha tenido que recurrir en muchas ocasiones a los baños del mismo, arreglándoselas como puede con un vaso. Esta situación de no tener dónde dormir, no tener comida, hace que ya se esté acumulando la tristeza, la desesperación y la impotencia. De hecho, confiesa que si hubiera sabido lo que le tocaba vivir, no hubiera venido a España: “ni en sueños, ni en años luz”.
“No habría venido porque por un lado sufre uno, por el otro lado las otras personas, los familiares de uno sufren por las personas al ver que no lo pueden ayudar porque tienen su corazoncito”, expresa. Su espíritu, aun así, dice que no se quiebra, porque es una mujer con la fuerza de “un toro”, y tiene la esperanza de que, después de esta entrevista, alguien le dé la oportunidad laboral que tanto ansía. Y así revertir este sueño frustrado.