La psicología revela las 7 habilidades sociales y emocionales que suelen desarrollar los niños que crecen con una mascota

Los expertos coinciden en que ningún colegio enseña tanto sobre convivencia y emociones como un perro o un gato en casa.

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Cada vez más psicólogos coinciden en que crecer con un animal doméstico es una de las mejores escuelas de habilidades sociales para la infancia. Esto es algo que conocen bien quienes han compartido su niñez con un perro, un gato o incluso un pequeño roedor.

Detrás de cada rutina diaria de cuidados, juegos y compañía, se esconde un proceso de aprendizaje emocional y social. Los estudios más recientes, como el publicado en la revista International Journal of Environmental Research and Public Health, demuestran que, a pesar de la complejidad de medir estos efectos, la presencia de un animal puede marcar la diferencia en el desarrollo de los niños.

Según los expertos, crecer con una mascota potencia hasta siete rasgos sociales y emocionales clave en la infancia:

Empatía

Los niños que cuidan de una mascota aprenden a identificar y responder a las emociones de otro ser vivo. El simple hecho de observar y atender a su animal les obliga a ponerse en su lugar, un entrenamiento continuo para la empatía que pocos contextos familiares pueden igualar.

Responsabilidad

Cuidar de un animal doméstico exige constancia: dar de comer, limpiar, pasear o llevar al veterinario. Asumir estas tareas desde pequeños impulsa el desarrollo de la responsabilidad y el compromiso, habilidades cruciales para la vida adulta.

Gestión del estrés

El contacto físico y emocional con una mascota se traduce en calma inmediata. Un paseo o un abrazo con el animal ayuda a los niños a regular sus emociones y a encontrar consuelo en momentos de ansiedad o tensión cotidiana.

Competencias sociales

Vivir con un animal refuerza la comunicación, el trabajo en equipo y la cooperación. Desde turnarse para sacar al perro hasta negociar quién limpia la jaula del hámster, por ejemplo. La convivencia se convierte en un campo de entrenamiento social.

Altruismo y generosidad

Dar sin esperar nada a cambio. El cuidado diario de la mascota siembra en los niños comportamientos de entrega y generosidad que luego trasladan a sus relaciones con familiares y amigos.

Autoestima

Sentirse necesario para el bienestar de su mascota refuerza la confianza y la valía personal de los niños. Saber que el animal depende de ellos les hace sentirse importantes y queridos, un empuje directo a su autoestima.

Vínculos afectivos duraderos

La relación con una mascota enseña la importancia de la lealtad y el apoyo mutuo. Ese vínculo afectivo, basado en la constancia y el cariño, se convierte en un modelo de relaciones humanas sanas y duraderas.

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