Esta es la última defensa de la humanidad contra el aumento del nivel del mar: está bajo la Antártida y tiene 3.500 kilómetros

La revista 'Nature Geoscience' ha publicado un estudio en el que han participado hasta 12 instituciones de países como China, Alemania o Reino Unido.

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Un grupo de investigadores de hasta 12 instituciones diferentes procedentes de países como Reino Unido, Alemania o China, han logrado descubrir un antiguo sistema fluvial bajo la Antártida de 3.500 kilómetros de longitud que podría servir para frenar el aumento del mar. La investigación que ha dado con este ‘río subterráneo’ ha sido publicada en la revista Nature Geoscience.

En el estudio los expertos utilizaron un radar a bordo de un avión para poder encontrar este territorio, que está enterrado por tres kilómetros de hielo polar. ¿Y cómo podría ayudar este descubrimiento a luchar contra el aumento del nivel del mar? Fácil: estos antiguos ríos pueden ayudar a frenar el hielo, lo que actúa como una especie de mano invisible contra el derretimiento de este.

El río subterráneo puede sostener los diques de hielo

"Estos antiguos ríos actúan como esferas antideslizantes, alterando la dinámica de los glaciares modernos: menor pendiente, menor velocidad", explica en un artículo Média24. Lo siguiente es perforar la roca para obtener muestras, poder analizarlas y descubrir cuánto tiempo han estado cubiertas y por ende como reaccionó en un pasado la zona ante el calentamiento global.

El territorio fluvial encontrado abarca sobre 3.500 kilómetros de largo, entre la Terre George V y la Terre de la Princesse-Élisabeth. Una especie de mesa geológica apenas mellada, cubierta por tres kilómetros de hielo polar.

Esto existe porque hace 80 millones de años, Australia y la Antártida eran un único continente. Los ríos fluían por donde hoy patinan los pingüinos. Arrancaron rocas, excavaron valles y aplanaron mesetas.

Entonces, hace unos 34 millones de años, el hielo llegó repentinamente y una ola de frío masiva cubrió todo el continente. Y contra todo pronóstico, el relieve permaneció allí, intacto, como si hubiera sido depositado en el congelador gigante de la Tierra. Sin corrientes, sin viento, sin lluvia que lo transformaran. Por lo tanto, nos encontramos ante una cápsula geológica a tamaño real, enterrada bajo los pies de estos investigadores.

Cómo han logrado encontrarlo

Para ver lo que se esconde bajo 3 kilómetros de hielo, se necesita algo más que buena vista. Se necesita un oído electrónico. En este caso, un radar a bordo de un avión Twin Otter, capaz de enviar ondas que atraviesan el hielo y rebotan en la roca. Gracias a este radar a gran escala lograron ver lo que otros no ven.

El British Antarctic Survey, experto en exploración polar, lideró la operación. El resultado: imágenes del subsuelo con la nitidez de un escáner médico. Mesetas planas, valles suaves, hondonadas regulares... todo indicaba que, efectivamente, se trataba de un antiguo sistema fluvial.

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