La vuelta al cole, la famosa cuesta económica que este año será más pronunciada si cabe por la inflación y… una gran adversidad psicológica para la mayoría de la población que trae septiembre: la vuelta al trabajo. ¿Con cuántos días de antelación hay que regresar de las vacaciones? ¿cómo evitar el denominado síndrome postvacacional y cómo superarlo?
Evitar los síntomas de esta situación transitoria que afecta mayoritariamente a trabajadores de entre 25 y 45 años, con síntomas asociados como la ansiedad, fatiga, somnolencia, dolores musculares, falta de concentración en los primeros días de la reincorporación laboral es un problema creciente, según las consultas de los médicos. Desconectar es igual de importante que reconectar, afirma el psicólogo Lluís Soldevila.
Hay un doble interés en este aspecto. Como trabajadores y como personas, ya que el principal objetivo, por ambas partes, es no perder la productividad. Al respecto, la depresión es una de las secuelas más intensas del síndrome postvacacional y de las que más mella tiene en el rendimiento laboral: la Unión Europea calculó que tener trabajadores deprimidos costó a las empresas 92.000 millones de euros.
¿Cómo superar el síndrome postvacacional?
Para readaptarse progresivamente a los horarios y rutinas del resto del año y recobrar esa mayor actividad de forma más llevadera, se recomienda seguir unas determinadas pautas y consejos. Estos son los siete mandamientos tras el fin de las vacaciones y la vuelta a la rutina.
- Volver con antelación. El no volver el mismo día o el día antes de la reincorporación permite readaptarte al contexto: horarios, lugares, climas... Se recomienda ir reajustando el reloj biológico de cada uno de forma progresiva. No volver con menos de dos días de antelación.
- Intentar no reincorporarte un lunes. Parece una tontería, pero volver a la oficina un miércoles o un jueves suaviza el cambio. Esto propiciará una mejor adaptación y generará el estímulo positivo de un fin de semana cercano.
- Más tiempo fuera, más cuesta. Por ello, algunos optan por cogerse semanas fraccionadas. De esta manera, la sensación de desconexión es menos intensa, pero también lo acaba siendo la vuelta.
- Lo principal, antes que lo importante. Comenzar poco a poco, organizándose y no reincorporarse a la alta actividad de buenas a primeras, lo que puede generar estrés. Se puede aprovechar para plantearlo como un reto: ¿Cómo puedo mejorar mi día a día en el trabajo, en todos los sentidos? Además, hay que pensar en positivo. También se recuperan cosas buenas del día a día del resto del año. El trabajo también tiene cosas buenas. Y seguro que el tuyo también.
- No romper con los estímulos positivos de forma drástica. Tampoco hay que volver a una vida de monje. Es decir, no hay que dejar de lado el ocio: actividades con amigos, ir al cine, hacer deporte y esas pequeñas desconexiones
- Comunicar. Comunicar los objetivos, planes, cambios o situaciones de este nuevo año laboral. ¿Qué voy a hacer, qué se espera de mí, qué estoy dispuesto a hacer?. La incertidumbre, el no saber qué va a pasar, afecta psicológicamente. Cuanto más se exterioricen los pensamientos, menos afectará a la productividad.
- Objetivos + planes = éxito. Hay que marcarse objetivos y planes para cumplirlos que motiven el día a día. En inglés por las siglas de la fórmula, ‘GPS’. El navegador que nos va a llevar al éxito.
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