Ana María Gutiérrez, 66 años, ama de casa: “A mí nadie me ha pagado un sueldo. Si mi marido me quiere dar algo, tendré. Si no, no tengo nada”

Esta ama de casa reivindica la falta de derechos y reconocimiento para quienes han dedicado su vida al trabajo doméstico sin remuneración, ni cotización.

Ana María Gutiérrez, ama de casa, durante la entrevista. |NoticiasTrabajo
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En España, miles de mujeres dedican su vida al trabajo doméstico, a ser amas de casa: cuidando de sus familias, organizando sus hogares y sacando adelante a varias generaciones sin recibir un salario, ni apenas reconocimiento social o institucional. Pese a que su labor es imprescindible para el funcionamiento de la economía y el bienestar de millones de personas, el Estado sigue sin reconocerlas como trabajadoras a todos los efectos: muchas no cotizan y, por tanto, solo estas amas de casa pueden acceder a una pensión de jubilación. Además, cuando llegan a cierta edad, se ven completamente desprotegidas

Es el caso de Ana María Gutiérrez, ama de casa que, a sus 66 años, asegura no tener derecho a una jubilación ni recibir una pensión. “Necesitamos ser reconocidas con un sueldo simbólico porque somos administrativas, somos niñeras, somos cocineras, somos limpiadoras, lo hacemos todo en casa”, reivindica durante una entrevista para NoticiasTrabajo.

Su fuente de ingresos es el dinero de su marido

El trabajo doméstico sigue siendo la gran asignatura pendiente del Estado, ya que sigue sin contar para la Seguridad Social ni para el sistema de pensiones. Por ello, la mujer denuncia la total ausencia de reconocimiento económico, social y político.

“¿De nosotras quién se acuerda? Si hay tanto feminismo, ¿por qué no se acuerdan de las que trabajamos en casa, que también somos trabajadoras día y noche?”

De hecho, la realidad para muchas amas de casa es una dependencia total de su pareja para disponer de dinero. “Si mi marido me quiere dar algo para mis gastos personales, tendré. Si no, no tengo nada”, explica con resignación haciendo hincapié en que su única fuente de ingresos es la generosidad de su esposo, que no en todos los casos es así.

Y aunque no hay cifras oficiales que retraten la magnitud real de este colectivo ni datos de cuántas mujeres atraviesan esta situación, la mujer lamenta su condición señalando que “parece que es repudiable ser ama de casa” y pone en valor el papel que juegan para “levantar este país con los hijos, que hay que alimentarlos, que hay que arreglar la casa, que hay que tirar para adelante con los maridos…”.

“Nosotras somos invisibles. De las amas de casa no habla nadie”, concluye tratando de resumir el sentimiento de abandono de toda una generación de mujeres que han dedicado su vida a su casa y a su familia.

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