Conseguir un puesto de trabajo no solo es cuestión de tener un currículum brillante. En determinadas ocasiones contar con una buena carta de presentación puede marcar la diferencia con respecto al resto de candidatos. Sin embargo, no se trata de una herramienta para conseguir empleo muy común en España, lo que no ocurre con otros países como Reino Unido en las que es muy práctica muy usada. Tanto es así que son pocos los aspirantes a una vacante que se atreven en nuestro país a adjuntarla junto a su experiencia profesional. Grave error.
Sumar a la candidatura un documento de la categoría de una carta de presentación es garantía de éxito, pero eso sí, siempre que se redacte correctamente y se sigan unas buenas pautas. Para no cometer grandes meteduras de pata y ser descartado por los reclutadores en los procesos de selección, el primer paso es saber cuándo y cómo enviarla.
Hay que prestar mucha atención, ya que dependerá en buena parte de la oportunidad laboral a la que se opte. Sobre todo, tener una buena carta de presentación a mano es una práctica función a tener muy en cuenta si se quiere destacar entre la multitud.
Los 7 consejos para redactar una carta de presentación con éxito
El paso número uno es saber que, en caso de que vayas a cambiar de empleo, es recomendable solicitar la carta de presentación durante los días correspondientes al periodo de preaviso. Es más, se puede enviar a la empresa un borrador elaborado por el propio interesado para que así quede lo más completa posible. Así todo juega a favor.
En el caso de que ya haya pasado este periodo o no se hiciera entrega en su momento, se puede solicitar una incluso aunque hayan pasado los años. Pero mucho cuidado, no siempre hay que solicitarlas todas, si no aquellas que realmente se ajusten al perfil profesional de cada uno y puedan resultar un valor añadido a la hoja de vida laboral. Pero, ¿qué se debe incluir?
Información relevante
Lo mejor es que la carta se imprima sobre un papel corporativo, es decir, que figure el logo de la compañía en el encabezado o en dorsal. También es válido como marca de agua. No es imprescindible, pero sí altamente recomendable ya que da la impresión de mayor seriedad. Además, no hay que olvidar que deberá estar firmada por aquella persona la redacte y, a poder ser, quien ha supervisado el trabajo, especificando nombre y apellidos. Otro punto a favor, es que debe figurar el cargo que se ocupaba y, si es posible, una pequeña descripción de las tareas más importantes que se llevaban a cabo. Por supuesto, el periodo de trabajo es imprescindible.
En primera persona
Se trata de algo muy común, pero completamente erróneo. Cuando se redacta una carta de presentación hay que tener en cuenta que es personal y que, por tanto, debe de ser escrita en primera persona. En otro caso, parecerá que es la propia persona la que está recomendando a otra, un auténtico sin sentido. El propósito no es otro que ser tremendamente directo y conciso con el empleador, pero especialmente que se te conozca por la forma de ser y de expresarse. Esta es la principal diferencia entre una carta de presentación y un currículum. Éste último es un resumen en forma de lista que en muchas ocasiones no deja ver más allá de las últimas experiencias en el mercado laboral de los aspirantes, sin llegar a profundizar.
Marcar las metas
Puede parecer una autopía, pero no hay nada de lo que temer. Establecer unas metas claras o al menos aquellos objetivos que te gustaría conseguir es un tipo de información sumamente personal, pero que no cabe duda de que marcará un antes y un después a la hora de conseguir una primera toma de contacto. Cuando nos referimos a marcar ciertas metas, hay que centrarse principalmente en aquellas relacionados con el puesto y no tanto las personales, aunque en ocasiones pueden ir de la mano.
Menos de una hoja
A veces escribimos demasiado y puede ir en nuestra contra. ¿El motivo? Muy sencillo, se trata de ser lo más objetivo posible, pero es aconsejable que no ocupe más de media hoja o, como mucho, la cara de un folio. Es decir, que no ocupe una hoja por delante y por detrás. Si no puede dar mala impresión e incluso que cause aburrimiento al equipo de recursos humanos. Se trata de impactar, no de contar la historia de todo lo que se ha ido haciendo hasta ahora. Recuerda que a veces más es menos.
Mandar junto al currículum
Exacto, que currículum y hoja de presentación vayan de la mano y no por separado. ¿A qué se refiere este punto en concreto? Es sencillo. Ocurre que en ocasiones se manda primero el currículum y luego, a las horas o a los días, también se manda la carta de presentación. Recuerda que este documento tiene como principal finalidad la de causar buena sensación, lo que implica responsabilidad y saber estar en el puesto de trabajo. Pero desde el principio. De nada sirve postergarlo a más tarde o, es más, enviarlo como último recurso. Causará mala sensación.
Dirigirse a la empresa
No siempre es fácil ir creando varias hojas de presentación sobre la marcha, pero sí que es muy recomendable. Para agilizar el proceso, se recomienda contar con una plantilla previa e ir rellenando los datos interesándose propiamente por la empresa a la que quiera dirigirse. Sin embargo, en caso de enviarla de forma masiva y sin concretar un nombre generará una sensación de dejadez y falta de interés, lo que se puede ver traducido en una forma de rechazo por parte de la compañía. Por tanto, recuerda dirigirse al reclutador o a la empresa directamente, en primera persona y con un estilo directo. Marcarás la diferencia.
No cometer errores ortográficos
No hay nada que pueda ser peor que encontrarse con gazapos ortográficos. Da igual lo bueno que sea el currículum o la carta de presentación. Es aconsejable pasar el texto por un corrector ortográfico en el caso de que sea en español. Si se trata de otro idioma, como el inglés, lo mejor es que no se pase por traductores automáticos. La razón es que normalmente no se interpreta de forma inteligente, si no automática y casi siempre carece de sentido.
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