Ha sido uno de los básicos en la higiene doméstica durante años, presente en la mayoría de cuartos de baño de nuestras casas, aunque su uso ya cada vez se usan menos debido en gran parte a que los médicos desaconsejan utilizarlos. Se trata de los clásicos bastoncillos de algodón, ese elemento que durante años hemos usado para limpiarnos los oídos, pero que ahora médicos y especialistas piden evitar.
Resulta que además de no limpiar (como siempre hemos pensado) provoca lo contrario, es decir, pueden ayudar a la acumulación de suciedad y grasa en el interior del oído. Pero esto tiene un porqué. Y es que estos pequeños palitos con algodón nunca se hicieron realmente para introducirse en el conducto auditivo y limpiarlo.
A pesar de que su uso se popularizó con el tiempo, su función original y la que siguen recomendando los expertos es otra diferente a la de la higiene auditiva.
Los bastoncillos no se inventaron para limpiar el oído
Durante años hemos usado los bastoncillos de algodón como si fueran la herramienta imprescindible para “limpiar” los oídos. Están en todos los baños y los cogemos casi sin pensar. Pero los médicos llevan tiempo avisando: no solo no sirven para eso, sino que pueden provocar el efecto contrario.
Lo curioso es que nunca se inventaron para meterse en el oído. Su creador, Leo Gerstenzang, simplemente vio a su mujer poner algodón en un palillo para limpiar zonas delicadas de su bebé, y de ahí surgió la idea. Eran para higiene externa, no para hurgar dentro.
Con el tiempo les dimos un uso que no tocaba. Pero marcas como Q-tips llevan años aclarando que están pensados para tareas de precisión fuera del oído, no para empujar cera hacia el tímpano… que es justo lo que suele pasar.
Por qué no se deben usar para limpiar el oído
Los expertos lo explican bien: al meter un bastoncillo en el canal auditivo, la cera no sale, se compacta más al fondo. ¿Resultado? Tapones, sensación de oído taponado, pérdida temporal de audición e incluso alguna lesión si nos pasamos apretando. Además, la cera no es “suciedad”: protege, lubrica y ayuda a mantener el oído limpio de forma natural.
Entonces, ¿para qué sirven de verdad los bastoncillos? Pues para un montón de cosas útiles que sí son seguras:
- Limpiar rincones pequeños, como teclados o mandos.
- Quitar polvo de rejillas o aparatos.
- Retocar maquillaje.
- Arreglar un pequeño fallo de esmalte de uñas.
- Limpiar puertos de carga o lentes con cuidado.
- Aplicar pegamento o pintura en trabajos manuales.
Vamos, que son ideales para trabajos de precisión, que es para lo que nacieron.
¿Y cómo debería limpiarse el oído?
Los especialistas lo tienen claro: no meter nada dentro. Basta con limpiar suavemente la parte externa después de ducharnos. Si aparece un tapón o molestia, mejor usar soluciones recomendadas por un profesional o acudir directamente a un especialista.
En resumen: si algo cabe en el oído… probablemente no debería estar ahí. Y los bastoncillos, aunque muy familiares, tienen su función. Solo que no es la que siempre nos han hecho creer.