Un hombre de 81 años sigue trabajando en una tienda de ropa y material deportivo después de 13 años en el puesto y no lo hace por el sueldo, según él mismo reconoce, sino porque lo considera parte de su secreto “para envejecer bien”. Ha trabajando casi toda su vida, como le inspiró su madre, y su mujer también continúa trabajando a sus 74 años. No tiene planes de jubilarse.
Mike Plummer, de 81 años, es un empleado de REI (una famosa cadena de equipaciones y ropa deportiva para actividades al aire libre) que se encuentra en Jacksonville, Florida (Estados Unidos). Este hombre lleva 13 años trabajando en la mencionada cadena pero no lo hace por necesidad económica, aunque tampoco tiene planes de jubilarse pronto.
“Miro hacia atrás y a veces pienso que tal vez no debería haber dejado la empresa tan pronto, pero acepté una indemnización, me fui a los 55 años y no me arrepiento”, recuerda Plummer.
Acaba de cumplir 81 años y, como él mismo dice con una sonrisa, “en dos años cumpliré 15 en REI”. Para él la cadena en la que trabaja es muy importante en su vida y llegó a ella por afición: vende equipo y ropa para actividades al aire libre, y para él, trabajar allí “me motiva”. Su esposa, de 74 años, también sigue activa: trabaja a tiempo parcial. “Nuestra situación financiera nos permite no tener que seguir trabajando”, reconoce, “pero no tenemos planes reales de jubilarnos por completo”.
A menudo les preguntan: “¿Por qué sigues trabajando? No necesitas el dinero”. Su respuesta siempre tiene que ver con algo más profundo que el salario: “A los 70 u 80 años, los amigos se mueren o tienen problemas médicos, y se pierde esa conexión social. Yo trabajo porque tengo que seguir moviéndome, forjando conexiones y descubriendo cosas nuevas”.
Una vida entera de trabajo
“He estado trabajando casi toda mi vida”, recuerda. Su historia comenzó cuando tenía unos 8 años y ayudaba en la tienda de su padre, donde la familia vivía en la parte de atrás. “Luego, en la preparatoria, trabajé en una carnicería cortando pollos enteros en pedazos”, recuerda. Como tenía que pagarse la universidad, se inscribió como estudiante en prácticas y estudió ingeniería.
Su primer trabajo le ofreció una oportunidad única: la empresa le pagaría los estudios de posgrado si lograba entrar. Y lo hizo. “Obtuve dos maestrías en la Universidad de Nueva York, la primera en ingeniería en 1969”, cuenta. Pero tras dos años, sintió que la ingeniería mecánica no era lo suyo: “Así que obtuve mi segunda maestría en investigación operativa en 1971”.
Después vinieron distintos trabajos en análisis y gestión, incluso un paso por una startup en los años 80. “Fue una época divertida”, dice, y le despertó el interés por el aspecto organizativo de los negocios. En 1990 empezó en una compañía de tarjetas de crédito y, años más tarde, completó su tercera maestría, esta vez en desarrollo y cambio organizacional. “Me jubilé como vicepresidente adjunto de capacitación y desarrollo en 1999”, explica, pero en realidad, nunca dejó de trabajar: comenzó a colaborar con su esposa en su consultora de recursos humanos.
Su madre lo inspiró a no parar de trabajar
Su madre fue una gran inspiración: “Después de que mi padre murió, mi madre estaba muy aburrida, así que consiguió un trabajo en McDonald's durante unos cinco años, cuando tenía casi 70”.
Siguiendo ese ejemplo, él mismo ha mantenido siempre una actividad constante. “Además de trabajar con mi esposa, impartí un curso de posgrado en desarrollo organizacional en la Universidad Webster de 2005 a 2020”, comenta. También probó distintos trabajos a tiempo parcial.
“Trabajé un par de años en una terminal de cruceros como agente de facturación porque me gustaba la idea, y fui guardabosques de golf durante un par de años”.
Entró en REI por pura afición: “REI ofrece descuentos a empleados, y al principio me motivó porque me encanta el ciclismo”. Empezó en distintos departamentos hasta llegar al de deportes de acción, donde se siente en su elemento: “Incluye kayak, senderismo y ciclismo”.
Le encanta “interactuar con la gente y organizar mi sección”. De hecho, el año pasado recibió el máximo galardón para empleados: el Premio Anderson. Hoy trabaja solo dos días a la semana, normalmente de 10:00 a 14:00. “Me ayuda a mantenerme activo y comprometido, a tener un propósito y a conectar con mis amigos”, afirma. Y lo que más disfruta es “trabajar con jóvenes y un grupo muy diverso”.
Cuando empezó era la única persona mayor de 65 años
Fue el primero con su edad cuando empezó en la empresa, pero ahora esto ha cambiado. “Ahora somos unos 4 o 5 empleados mayores. Nos llamamos los Silverbacks”, cuenta con orgullo. Describe a sus compañeros: “Uno de los chicos es muy bueno ayudando a los jóvenes y guiándolos. Una mujer es una capitana retirada de la Marina que trabaja en la tienda de bicicletas”.
En 2019, incluso diseñó una encuesta sobre la satisfacción laboral. “Las personas mayores se sentían más felices con sus trabajos y vidas, y menos interesadas en ascensos”, descubrió. “Habían encontrado algo que les gustaba y en lo que eran buenas”.
Hace tres años, la gerente de su tienda le recomendó un libro sobre el buen envejecimiento. “Me animó a preguntarle al autor si podía dar una charla en nuestra tienda”, cuenta. Seis meses después, logró que el escritor ofreciera un taller en cuatro tiendas de Florida, incluida la suya.
No necesita el sueldo para mantener su estilo de vida
Aunque no necesita el dinero, no piensa dejarlo pronto. “Cuando empecé con REI, abrí una cuenta aparte para depositar mis ganancias. Ahora gano 18 dólares por hora, pero cuando empecé, solo ganaba entre 9 dólares y 10 dólares”. El año pasado ingresó unos 7.700 dólares, y REI lo inscribe automáticamente en un plan 401(k). “Uso mi sueldo para comprar cosas divertidas en REI o en cualquier otro lugar”, dice riendo.
Su esposa y él viven cómodamente de sus pensiones y del Seguro Social. “Esperamos seguir recibiendo dinero de la consultoría hasta que ella se jubile”, comenta. Aun así, disfruta cada dólar que gana: “A mi hijo y a mí nos gusta ir a ver películas de terror juntos, y uso mi sueldo para pagar las entradas. Ahora que no gano tanto desde que reduje mis horas, soy un poco más cuidadoso con mis gastos”.
Su meta es clara: “Estoy intentando aguantar al menos dos años más para cumplir 15, o quizás más, antes de dejar REI”. Aunque su médico dice que está sano, es consciente del paso del tiempo: “Estoy en una edad en la que podría tener un problema de salud grave en cualquier momento”.
Por eso lo tiene muy claro: “Disfruto trabajando allí, pero intento centrarme en vivir la mejor vida posible”.