El 36% de los trabajadores españoles poseyó en 2022 un empleo con habilidades y experiencia por debajo de su formación universitaria. ¿Qué hacer si eres un titulado universitario o de posgrado y no encuentras un trabajo acorde a tu nivel de formación? Esta es una pregunta que se hacen muchos jóvenes españoles, que ven cómo un grado en educación superior no significa necesariamente vía directa de empleo en su sector de estudio, debiendo trabajar en puestos que requieren una cualificación inferior.
Esta situación, lejos de ser coyuntural, es una característica estructural del mercado de trabajo español, que lidera el ranking de la sobrecualificación laboral en la Unión Europea, según los datos de Eurostat analizados por Fedea en su último Observatorio trimestral del mercado laboral. La sobrecualificación laboral es un problema de relieve que afecta a muchos jóvenes titulados universitarios y de posgrado en España.
Únicamente el 63% corresponde al denominado ajuste ocupacional, trabajar en un puesto adecuado a su formación. Aunque el pico de esta problemática, la del desajuste laboral, se alcanzó en 2008, cuando alcanzó los 40 puntos porcentuales. Desde entonces, la media se ha ubicado en torno a la cifra actual, el 35%.
Causas de la sobrecualificación laboral
La sobrecualificación laboral se produce cuando el nivel de formación de un trabajador es superior al requerido por el puesto que ocupa. Esto puede deberse a varios factores, entre los que destacan:
Un desajuste entre la oferta y la demanda de educación superior. En España, el número de titulados universitarios y de posgrado ha crecido mucho en las últimas décadas, impulsado por el aumento de la población joven, la expansión del sistema educativo y la mayor demanda social de educación. Sin embargo, el mercado laboral no ha sido capaz de absorber toda esta oferta, debido a la escasez de empleos cualificados, la rigidez del mercado de trabajo y la crisis económica.
Una falta de correspondencia entre las competencias adquiridas y las requeridas. Muchos titulados universitarios y de posgrado no poseen las competencias que demandan las empresas, ya sea porque su formación es demasiado teórica o desactualizada, o porque no han desarrollado las habilidades transversales necesarias para adaptarse a los cambios tecnológicos y organizativos. Por otro lado, muchas empresas no valoran adecuadamente las competencias de los candidatos, o no ofrecen incentivos para atraer y retener el talento.
Una preferencia por la sobreeducación frente al desempleo. Muchos jóvenes titulados prefieren aceptar un empleo por debajo de su nivel de formación que quedarse en el paro, ya sea por necesidad económica o por falta de alternativas. Esto genera un efecto desplazamiento, por el cual los trabajadores más cualificados ocupan los puestos destinados a los menos cualificados, dejando a estos últimos sin oportunidades.
Entre las consecuencias, además, se pueden citar una pérdida de productividad y competitividad, menor calidad del empleo y del bienestar, penalización salarial respecto a los que ocupan puestos acordes a su nivel de formación y la menor posibilidades de promoción profesional y más riesgo de rotación o abandono del empleo, algo que afecta negativamente a su calidad de vida y a su salud física y mental. Asimismo, provoca un descenso en la demanda de educación superior o una fuga de cerebros hacia otros países con mejores condiciones.
¿Cuál es el perfil de los trabajadores más afectados por la sobrecualificación?
Si los que poseen titulación universitaria deberían trabajar en puestos de directores, técnicos y profesionales científicos e intelectuales (grupos 1 y 2 del Catálogo Nacional de Ocupaciones), como recoge ‘El País’, los graduados en formación profesional superior, que se emplean en ocupaciones intermedias como técnicos, profesionales de apoyo; contables; administrativos y otro personal de oficina; trabajadores de la restauración, servicios personales, seguridad y comerciales; así como trabajadores cualificados de la industria y la construcción (grupos 3, 4, 5 y 7).
Este grupo es el que mejor porcentaje representa, con un 80% de ajuste ocupacional. Por su parte, aquellos cuya formación finaliza en la educación secundaria, representan el porcentaje más bajo: solo una cuarta se emplea profesionalmente en trabajos que requieren una menor cualificación. Para terminar, aunque el porcentaje de ajuste ocupacional de mujeres y hombres es similar (62% y 61%, respectivamente), cuando se trata de mujeres extranjeras se desploma al 31%.
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