España es el país de la Unión Europea que no solo tiene la tasa de paro más alta, un 13,5%. También, y más grave, tiene un 29,6% de desempleo en los jóvenes menores de 25 años. Incluso nuestras cifras son peores que las de Grecia (27,2%), una nación que sigue sin recuperarse del rescate que le hizo la Comisión Europea. Italia (24,5%), Suecia (22,7%) y Portugal (21,6%) ocupan las siguientes posiciones. El país que tiene menos paro juvenil es Alemania, con un 5,5%; le sigue Austria (6,9%) y la República Checa (6,9%).
Números que ponen a Yolanda Díaz y a José Luis Escrivá en la diana. A las oscuras cifras de empleo que ha obtenido tras más de dos años en su cargo la ministra de Trabajo, se le une su implantación de la reforma laboral que dificulta a los empresarios para que contraten personal. Quizá, su afán de ofrecer la imagen de defensora de los trabajadores, les ha concedido unas prerrogativas laborales excesivas para los tiempos que corren, que a la postre destruirán empleo.
Los hándicaps que lastran la reforma laboral
Hay puestos de trabajo que desaparecen cuando dejan de ser rentables. El encarecimiento del despido mete miedo a un aumento de plantilla. También las compañías deben competir con naciones que disponen de mano de obra muy barata, siendo otra de las losas que lastran el mercado para los más jóvenes. A ello hay que sumar el desaforado aumento del empleo público, al haber crecido este cuatro veces más que el privado desde 2018.
El número de nóminas públicas ha aumentado un 11,4% desde esa fecha, mientras que en el sector privado este percentil ha sido tan solo del 2,7%. Una promoción excesiva de empleo público aniquila el privado, al implicar más impuestos a las empresas, lo que a la postre las hace menos sostenibles. Los sindicatos recomiendan aprovechar las jubilaciones de funcionarios para aumentar una flexible colaboración público-privada, lo que reduciría tanto el desmesurado tamaño del Estado, como el abultado gasto público que soportamos los contribuyentes.
La reforma laboral no ayuda a los jóvenes
El desempleo es un laberinto al que es fácil entrar pero complejo salir, continúa afirmando Julio Pomés, diplomado en Alta Dirección de Empresas y especialista en materia laboral. Más para un joven que ha acabado sus estudios, y especialmente si estos son universitarios, porque sus expectativas son mayores. La Ley de Reforma Laboral, aunque favorece la simultaneidad de la formación profesional con un trabajo en prácticas, dificultará que los titulados sin experiencia trabajen. La razón es porque se elimina la reducción salarial respecto del salario fijado para un trabajador que desempeñe el mismo puesto o equivalente (60% durante el primer año, y al 75% durante el segundo año).
Los empresarios preferirán contratar a personas con experiencia, al tener estos el mismo coste que los que se estrenan en el trabajo. Por último, añadir el desacoplamiento que tiene España entre la oferta educativa y la demanda del mercado laboral. La recuperación del mercado juvenil exige que los jóvenes tengan muy en cuenta lo que las empresas necesitan. Por ejemplo, estudiar arte y humanidades reporta grandes satisfacciones personales, pero Informática tiene una demanda seis veces superior.
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