Una trabajadora sin pelos en la lengua: “En cuanto dan las tres, que es mi hora de salir, ya tengo el bolso en el hombro y estoy saliendo por la puerta. Un trabajador no os debe nada, ni horas extras, ni explicaciones”

Gabriela Cristea defiende salir puntual y rechaza hacer horas extra no pagadas, un debate que refleja tensiones laborales en España.

Una trabajadora sin pelos en la lengua: “En cuanto dan las tres, que es mi hora de salir, ya estoy saliendo por la puerta” |TikTok (@gabrielacristeea)
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El debate sobre las horas extra no pagadas y el derecho a salir del trabajo a la hora establecida por contrato sigue muy presente en España. Aunque el artículo 35 del Estatuto de los Trabajadores prohíbe expresamente prolongar la jornada sin compensación, en muchos sectores esta práctica continúa y provoca conflictos laborales. Sobre este tema tratan los vídeos que publica la creadora Gabriela Cristea, quien defiende que “cumplir el horario debería ser lo normal” y los cuales han tenido una fuerte repercusión en redes sociales.

La influencer ha reivindicado el derecho de los trabajadores a abandonar su puesto de trabajo en cuanto finaliza su jornada. Su defensa de la puntualidad a la salida, y su rechazo a prolongar en la oficina sin remuneración, ha desatado reacciones encontradas entre seguidores y empresarios.

Siempre es “la primera que sale por la puerta”

Gabriela ha relatado que siempre es la primera en recoger cuando termina su jornada: “En cuanto me dan las tres, que es mi hora de salir de trabajar, ya tengo el bolso sobre el hombro, ya tengo la chaqueta puesta y estoy saliendo por la puerta”. Reconoció incluso que a veces se siente “una compañera de mierda” al marcharse mientras otros siguen frente al ordenador, pero subrayó: “Yo lo de mi puesto ya lo he terminado, entonces recojo y me voy”. Recordó además su situación laboral: “Además, yo vengo por ETT y a mí no hay quien me pague las horas extras”.

El trasfondo del debate toca un asunto sensible en el mercado laboral español: las horas extra no remuneradas, que según los datos del Ministerio de Trabajo superan los 6,5 millones a la semana. El Estatuto de los Trabajadores establece que toda hora de trabajo más allá de la jornada pactada debe pagarse o compensarse con descanso, aunque en la práctica muchas se quedan fuera de nómina.

Un mensaje directo a los empresarios

Ante las críticas recibidas, la creadora insistió en un segundo vídeo en que cumplir el horario es lo que debería considerarse normal: “Trabajamos todos por dinero, no para que nos den las gracias, que a veces ni os las dan”. Gabriela niega que su postura sea una falta de compromiso con el equipo y afirmó: “No me hace mala persona, más que nada, porque yo no puedo ayudar a mis compañeros. Cada uno de nosotros tiene sus obligaciones y sus conocimientos”.

También dirigió un mensaje a los empleadores: “Un trabajador no os debe nada, ni horas extras ni explicaciones. O empezáis a pagar las horas extras o cerráis un poquito antes el negocio”. La influencer insistió en que cumplir el horario no debería considerarse un signo de desinterés y rechazó las críticas de falta de compañerismo:

“Me puedo quedar si quiero a calentar la silla para que salgamos todos como una chupipandi feliz y que no me llaméis mal educada. Pero hasta el punto que yo sé, la educación de una persona no consta en su capacidad de calentar una silla”.

Las palabras de Cristea se enmarcan en un momento en el que muchos jóvenes reclaman separar trabajo y vida personal. Ella lo resumió así: “En este caso, yo no tengo niños, pero tengo vida”.

Apoyo mayoritario y críticas sobre el compañerismo

Los comentarios dibujan una separación de opiniones clara entre quienes apoyan salir a la hora y quienes lo ven como falta de compromiso. Predomina el respaldo de la teoría de Gabriela: “minutos gratis no echo”, “el horario está para algo” o “no voy a heredar la empresa” son frases muy repetidas en los comentarios, que recuerdan que “la empresa no regala dinero, yo no regalo mi tiempo”.

Varias voces relatan experiencias de represalias o presión social, “me miraban mal por irme a mi hora”, “me echaron por no quedarme más” y sitúan el problema en una organización deficiente del trabajo o en plantillas reducidas: “si hay que quedarse todos los días, quizá falta personal”.

Frente a esa mayoría, hay críticas que apelan al compañerismo y a la empleabilidad: “a la hora de promocionar a alguien, a ver quién progresa” o “se llama compañerismo, si alguien no ha podido terminar, se le ayuda”. Otros piden una solución de equilibrio basada en la reciprocidad: si la empresa es flexible con “favores”, el trabajador también puede serlo en momentos de necesidad o urgencia, y algunos recuerdan que en algunos sectores o turnos con relevo la rigidez es más difícil.

Los comentarios reflejan realidades distintas según el sector y las circunstancias personales: en la hostelería y comercio “no hay hora de salida”, en las prácticas y becas, “demasiado que hago las 8 horas” expresan algunos. Sin embargo, también hay realidades en las que sí se pagan las extras o jefes que “a menos cinco los estoy echando, hay que cuidar al equipo”.

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