Un dependiente estalla contra su jefa: “Entraba a trabajar a las 5 de la tarde, y si una noche salía a cenar, no fallaba, me escribía fuera de mi jornada para pedirme que fuera a las 7 de la mañana”

Unay Ferrer denuncia que su jefa vulneró el derecho a la desconexión digital al exigirle responder mensajes fuera de su jornada.

Unay Ferrer estalla contra su jefa |TikTok
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Cada vez son más los jóvenes que utilizan las redes para contar lo que muchos callan: los abusos disfrazados de ‘favores’ laborales. Historias de contratos temporales, jefes que escriben por WhatsApp fuera del horario y empleados que, por miedo a perder el puesto, acaban disponibles a cualquier hora. En una época en la que el móvil nunca descansa, la línea entre la vida personal y el trabajo se ha vuelto casi invisible.

Entre todas esas historias, hay una que ha destacado especialmente: la de Unay Ferrer, un joven que ha contado sin tapujos su experiencia en una tienda de ropa durante el verano. Entró con ilusión y un contrato temporal pensando que, con suerte, lo harían indefinido. Pero lo que se encontró fue muy distinto: mensajes de su jefa a horas imposibles, peticiones de turnos fuera de su horario y reproches cuando decidió no responder.

“¿Cómo se puede tener tan poca vergüenza?”

“Yo entraba, por ejemplo, a las 5 de la tarde, pues si la noche de antes me iba a tomar algo, a cenar por ahí… no fallaba que me escribiesen: ‘¿Puedes entrar mañana a las 7 de la mañana, amor?’”. Y añade con sarcasmo: “A ver, ¿cómo te explico? Que a las 7 de la mañana las blusas no quieren que las molesten…”.

Al principio, él aceptaba. Porque “queda bien”, ya que quería que le hiciesen fijo. Pero un día dijo basta. Estaba fuera, cenando, su móvil “sonó” y pensó: “Es que no me puedes escribir fuera de mi horario laboral. O sea, vale, que te haga el favor de vez en cuando, pero es que esto no puedes hacerlo”.

Ese día, que le apetecía “echarse un bailoteo”, decidió no responder hasta la mañana, haciéndose el dormido. Al día siguiente, la jefa le llamó la atención: “¿Por qué no me contestaste al mensaje? Me ha faltado una persona en el equipo”. Y ahí, según él, se sintió penalizado por haber decidido no contestar a su mensaje. “Suena como tu problema, no como el mío”, pensó Unay.

“La próxima vez que te escriba, espero que me contestes… porque mira, me has dejado la plantilla coja”, le echó en cara. Él le respondió mentalmente: “Amor, coja vengo yo a trabajar a las 7 de la mañana cuando no me toca”. Y remata: “¿Cómo se puede tener tan poca vergüenza?”.

Se vulnera el derecho a la desconexión digital

La historia se ha hecho viral porque muchos trabajadores se han visto reflejados, da igual si trabajas en una tienda, en una oficina o desde casa: el patrón se repite. Ese mensaje de “sé que no estás en horario, pero…” suena demasiado familiar para algunos. Y lo que empieza como un favor o un gesto de compromiso, acaba convirtiéndose en una disponibilidad 24/7 que nadie firmó en su contrato.

El caso de Unay pone de relieve una cuestión clave: el llamado derecho a la desconexión digital. En España, este derecho en el artículo 20 bis del Estatuto de los Trabajadores, en el artículo 88 de la Ley Orgánica de Protección de Datos y en el artículo 18.1 de la Ley 10/2021 de trabajo a distancia.

Se establece que todo trabajador, incluso los temporales y con contrato a jornada parcial, tiene derecho a no estar pendiente de correos, mensajes de WhatsApp o llamadas relacionadas con el trabajo fuera de su horario y no se le puede exigir una respuesta inmediata ni imponerle represalias por no contestar hasta que empiece su jornada.

Pero la teoría a veces está muy lejos de la práctica. Un informe reciente de UGT revela que un 30 % de los trabajadores en España no desconectan durante sus vacaciones porque reciben mensajes o correos laborales.

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