La proliferación de testimonios sobre abusos laborales en el sector del comercio ha encontrado en las redes sociales un altavoz. Plataformas como TikTok o Instagram se han convertido en espacios donde dependientes y empleados de tiendas relatan de forma abierta sus experiencias, marcadas por la precariedad. Aunque muchas de estas denuncias no identifican a las empresas implicadas, reflejan un malestar generalizado por parte de los trabajadores, en su mayoría jóvenes.
Es el caso de Alba, una joven dependienta, que ha relatado a través de un vídeo publicado en su perfil de TikTok (@albakeepcalm), su “peor experiencia” profesional en una tienda de zapatillas ubicada en un centro comercial “bastante conocido” de la capital madrileña, en el que describe un entorno laboral que califica como “una pesadilla”.
Denuncia las condiciones laborales de su empresa
“Básicamente eran unos negreros, el jefe era un maleducado y te trataba literalmente como una mierda”, afirma Alba con contundencia. La trabajadora asegura que en la tienda se mantenían dos horarios distintos: uno visible al público, “que enseñaban si venía una inspección”, y otro interno, en el que se reflejaban las horas reales.
Según su testimonio, las jornadas se alargaban más allá de lo firmado en el contrato, sin compensación ni registro. “Te medio obligaban a hacer horas extra que te pagaban en negro”, sostiene señalando que esas horas se pagaban en efectivo desde la caja del establecimiento, con cantidades fijas de 30 euros por ocho horas los domingos. “No sale ni a cuatro euros la hora”, explica. En ocasiones, esos pagos se retrasaban porque dependían del dinero en caja, por lo que “si no había efectivo ese día, no cobrabas. Tenías que esperar al siguiente domingo o a la semana siguiente”.
“Si no había clientes, tenías que estar atando y desatando cordones de las zapatillas todo el rato”
La dependienta también describe un ambiente de control constante dentro de la tienda: “No te dejaban hablar entre compañeros; cada uno tenía que estar en una esquina diferente. No podías estar sin hacer nada ni un segundo. Si no había clientes, tenías que estar atando y desatando cordones de las zapatillas todo el rato”, comenta. La presión, según cuenta, era permanente, y los trabajadores vivían “acojonados” ante la posibilidad de ser despedidos de un día para otro.
Tras aquella experiencia, la joven asegura que logró empleo en otras firmas del sector textil con condiciones muy distintas. “Menos mal que justo después entré en Mango, que fue una maravilla: las compañeras, las jefas… y se cobraba muy bien”, relata. Próximamente comenzará a trabajar en Zara, donde espera “un ambiente más cómodo, con más gente y un ritmo más llevadero”.
Aunque la autora del vídeo no identifica el nombre de la tienda en la que trabajaba, su testimonio ha reavivado el debate sobre la precariedad en el comercio, especialmente en cadenas de franquicia.