El mercado inmobiliario sigue totalmente disparatado, con una oferta de vivienda bastante escasa y unos precios que no hacen más que subir y subir. En el marco del problema de la vivienda en España, de lo que más se habla es de la dificultad para comprar una casa, pero realmente la problemática tiene más derivaciones y una de ellas es el tema de alquiler. Poder alquilar un piso en nuestro país es cada vez más difícil, provocado en gran medida también por los precios y por la poca oferta en general que existe.
Solo hay que visitar por un momento cualquier portal inmobiliario para darse cuenta de la odisea que supone conseguir alquilar un piso o hasta una habitación. Se pueden ver desde anuncios borrados al minuto de publicarse, hasta visitas canceladas pocas horas antes o anuncios con listas de espera y solicitudes interminables. Parece una competición. Al paso de este problema ha querido salir el economista Gonzalo Bernardos, que ya recientemente habló de lo fácil que iba a ser enseñar un piso para venderlo, indicando principalmente que muchas empresas inmobiliarias han optado por no mostrar sus pisos en internet para no verse desbordadas de llamadas y visitas.
Según Bernardos, la situación que vive actualmente la vivienda en España no se resolverá con parches regulatorios, sino motivando a los propietarios, grandes y pequeños, a sacar más viviendas al mercado. De esta forma será posible corregir la escalada de precios que no parece encontrar techo.
Las inmobiliarias no publican sus pisos en internet para evitar la saturación
El profesor de la Universidad de Barcelona afirma que el panorama está tan saturado que muchas inmobiliarias ni siquiera publican ya sus pisos en los portales digitales. “No quieren que sus líneas colapsen por el aluvión de interesados”, explica. En muchos casos, incluso manejan listas de espera de posibles inquilinos dispuestos a pagar lo que se pide. Para quienes buscan vivienda, esto se traduce en competir en una especie de subasta silenciosa, donde la rapidez y la disponibilidad pesan más que el dinero.
Las medidas del Gobierno, lejos de relajar la situación, han añadido más presión. Bernardos señala que las regulaciones han reducido la oferta y aumentado el riesgo para los propietarios, lo que termina desanimándolos a poner sus viviendas en alquiler. “Es incomprensible si de verdad se pretende solucionar el problema”, dice, dejando entrever que los intereses políticos van por otro lado.
En resumen, el diagnóstico de Bernardos es claro: mientras no se multipliquen los incentivos para que los propietarios se animen a alquilar, el acceso a la vivienda seguirá siendo un lujo. La paradoja es evidente: sobran inquilinos, pero faltan pisos que se atrevan a salir a un mercado cada vez más enrarecido.