Trabajar en la construcción es una de las salidas más demandadas para los inmigrantes latinoamericanos, que suelen adaptarse a trabajos en los que necesitan siempre mano de obra por la falta de relevo generacional debido a que los jóvenes prefieren otros trabajos menos duros. Casos como el de Andrés Tavera o Martín son bastante comunes ya en España. Pero esto no solo ocurre en España, sino que ocurre en otros países como Estados Unidos, donde personas migrantes llevan años trabajando en sectores como la construcción. Y si no, que se lo digan a Félix, un albañil colombiano que lleva ya tiempo trabajando en la obra en el país norteamericano.
En una entrevista para el canal de YouTube ‘JM LATIN’, habla de lo que gana allí y de cómo es su trabajo en la construcción estadounidense. Desde una vivienda en plena construcción, Félix explica cómo es su día a día en la obra, cuánto se paga la hora, qué diferencias hay con otros países y cómo ha cambiado su vida desde que decidió emigrar.
Casas de madera y trabajos más rápidos
Lo primero que llama la atención a Félix es la forma de construir. En Estados Unidos, la mayoría de viviendas no se levantan con hormigón, sino con estructuras de madera. “Aquí es más rápido el trabajo, sobre todo para reformas. No es como en nuestros países, que es más cemento, mezcla y obra pesada”, explica.
Actualmente, realiza trabajos exteriores: pintura, acabados, canalizaciones para la lluvia y todo lo relacionado con la parte externa de la vivienda. Las obras suelen durar semanas o meses. En su caso, este proyecto tiene una duración aproximada de dos meses.
Aunque el trabajo es físico y exigente, destaca que la organización es diferente y que las jornadas están más marcadas.
25 dólares la hora y horas extra al doble
Uno de los puntos clave de la entrevista es el salario. Félix lo deja claro: “Los maestros ganan 25 dólares la hora”. Al cambio, serían unos 22 euros por la hora de trabajo aproximadamente, según aclara el entrevistador.
La jornada habitual es de ocho horas diarias. A partir de ahí, si se trabaja más tiempo, las horas extra se pagan el doble. “Si haces una hora más, te la pagan doble”, señala, destacando una de las grandes diferencias con muchos países de Latinoamérica y también con España.
En cuanto a ingresos mensuales, asegura que un trabajador puede llegar a ganar hasta 7.000 dólares al mes, aunque matiza que no todo es beneficio.
Se gana más, pero también se gasta más
Félix insiste en que el salario hay que ponerlo en contexto. “Así como se gana aquí, también hay muchos gastos”, explica. El principal: la vivienda. El alquiler puede rondar los 2.500 dólares mensuales, a lo que hay que sumar comida, transporte, seguros y otros gastos básicos.
Por eso, aunque el sueldo es alto, la vida en Estados Unidos también es cara. “No es solo lo que entra, sino lo que sale”, resume.
Empezar desde abajo para acabar por cuenta propia
Como muchos inmigrantes, Félix no empezó siendo su propio jefe. Al llegar a Estados Unidos trabajó para otros, aprendiendo el ritmo y la forma de trabajar. Con el tiempo, decidió dar el paso: “Me puse a pensar que quería trabajar para mí mismo”.
Hoy en día, ya no trabaja para otros. Tiene su propio equipo y da empleo a más trabajadores, muchos de ellos compatriotas latinos. “Gracias a Dios, ahora trabajo por mi cuenta y tengo mi gente”, afirma con orgullo.
La obra como vía para salir adelante
En la entrevista también aparecen otros obreros, de distintos países latinoamericanos, que coinciden en que el trabajo es duro, pero estable. Tras largas jornadas, no falta la convivencia: una barbacoa el fin de semana, descanso y compañerismo después de “un duro trabajo”.
La historia de Félix refleja la realidad de miles de trabajadores inmigrantes en Estados Unidos: jornadas intensas, salarios más altos que en sus países de origen y el sacrificio de estar lejos de casa. Para él, la obra ha sido el camino para mejorar su situación económica y construir, poco a poco, una vida más estable.
Un oficio duro, pero que, en su caso, ha merecido la pena.