Lejos de ser un invitado de excepción, los síntomas económicos evidenciados en los dos últimos trimestres alertan de que la alta tasa de inflación ha llegado para quedarse, amenazando con el riesgo de abrirle la puerta de entrada de la tan temida recesión económica y sus letales consecuencias en el camino a la recuperación tras la pandemia, con el añadido de los daños colaterales de la guerra en Ucrania tras la invasión rusa.
La vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño, ya admitió hace una semana que “vienen curvas” tras el verano, alertando a los españoles de que la mayoría de ellos deberán apretar un agujero más de su cinturón. De hecho, fue el primer miembro gubernamental que no descartó la recesión: “Hay que prepararse para lo peor”.
Y lo peor ya ha llegado a Estados Unidos, una de las potencias económicas mundiales junto a China, y que tras enlazar consecutivamente dos trimestres consecutivos de caída del PIB, ha sido el primer país en declararse en recesión técnica. La FED (el Banco Central de Estados Unidos, por sus siglas en inglés), declaró recientemente que la inflación va ganando la batalla, por lo que avanzó mano dura, a pesar de acabar de confirmarse la recesión.
Estados Unidos e Inglaterra alertan a España de la recesión económica
“El resultado más probable es que tiene que haber una recesión para controlar la inflación, en EE. UU. y en otras regiones”, indica Stephen Miller, consultor de inversiones de GSFM. “Los bancos centrales se aferraron a la narrativa transitoria durante demasiado tiempo, la Fed y sus pares tendrán que subir las tasas mucho más de lo que anticipan los mercados”.
El mercado ha sufrido una nueva subida de tipos de 75 puntos básicos para la cumbre del 20 y 21 de septiembre. Por su parte, el Banco Central Europeo (BCE), su homólogo continental en la eurozona, también tiene programada otra subida de tipos para el mismo mes para combatir esa inflación cuya mecha empezó a prender el encarecimiento de las materias primas tras el confinamiento y el desajuste entre la gran demanda y la limitada oferta. Sobre todo, el de las energías.
Y este aparece como la principal solución pero también como un posible problema, por sus riesgos asociados: el de que los bancos centrales se sobrepasen en el endurecimiento de las políticas monetarias, con un recorte del crédito que alimentará la recesión. El mejor ejemplo es el de la crisis financiera de 2008. Lo que está sucediendo. Aunque una contracción de la masa monetaria, del dinero que se mueve, también es otro indicio de posible rescisión
El Banco de Inglaterra avanzó un tráiler largo y duro de lo que será la recta final de año: la economía británica se escogerá cinco trimestres consecutivos desde finales de este año y supondrá una pérdida del 2% del PIB. Una tesitura en la que se pueden ver envueltos el resto de países europeos y que deberían tener en cuenta como precedente. Las economías estadounidense e inglesa van varias velocidades por delante. Por tanto, si ambas se ven atrapadas de lleno en las redes de la recesión, será probable que lo haga el resto del continente.
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