Adrián Díaz, emprendedor español en China: “El plan de jubilación de un chino es su hijo, porque un día será la persona que le mantenga”

El empresario desvela cómo funciona el sistema de apoyo familiar en China frente a la jubilación occidental.

Adrián Díaz, emprendedor español en China |YouTube | ConPdePodcast
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Cuando damos el salto para emigrar a otro país siempre da miedo o más bien respeto. Pero a veces, hay que afrontarlo con decisión, ya que así es la única forma de avanzar en la vida. Este es el caso de Adrián Díaz, empresario español, un empresario que lleva más de 20 años viviendo en China y que con su experiencia le ha permitido descubrir una cultura profundamente distinta a la occidental, con una concepción particular sobre el trabajo, la familia y la jubilación. Así lo ha explicado en el canal ConPdePodcast.

Según Díaz, en China no existe un Estado de bienestar comparable al europeo. Por eso, las familias han tenido que organizarse de forma individual. La idea de plan de pensiones, tal y como se entiende en España, prácticamente no existe. “El plan de jubilación privado en China es el hijo, porque es la persona que un día me va a mantener. Esa es la mentalidad china”, resume.

“En China, la familia es el verdadero plan de pensiones”

El empresario explica que la familia se considera el núcleo de la seguridad social china. Por eso, los padres destinan gran parte de su vida a ofrecer la mejor educación posible a sus hijos, con la expectativa de que ellos les sostengan en la vejez. Esta práctica cultural se vio tensionada durante los años en los que estuvo vigente la política del hijo único, que limitaba a una sola descendencia a millones de parejas. “Si tu inversión en la jubilación es tu hijo, ¿qué pasa si tu hijo muere o se marcha? Solo tienes una bala”, reflexiona Díaz. Muchas familias, según cuenta, se vieron abocadas a situaciones dramáticas.

Aunque la política fue abandonada en 2015, su impacto demográfico aún se deja sentir, pues la crisis de natalidad es uno de los grandes retos de China. Para el entrevistado, el abandono de algunos mayores sin apoyo familiar, aunque poco frecuente, es una realidad en determinadas aldeas.

“En China sobra el trabajo, el desempleo es negativo”

Otra de las claves señaladas por Díaz es que en China “sobra el trabajo”. A su juicio, la pobreza allí se entiende de manera diferente a Occidente. Mientras que en España o Europa se mide por renta disponible, en China la referencia es la posibilidad de trabajar. “El desempleo en China es negativo. Hace falta mano de obra, y los chinos no abren la inmigración. Por eso digo que allí no hay pobreza, porque todo el mundo tiene opción de trabajar”, afirma.

Este fenómeno contrasta con la situación española, donde el desempleo sigue siendo uno de los principales problemas estructurales. Para Díaz, en España la falta de oportunidades laborales frena la movilidad social, mientras que en China cualquier negocio, incluso pequeño, encuentra espacio para crecer en una economía que sigue expandiéndose alrededor del 4% anual.

“Si no tienes hijos en China, la vejez puede dejarte desprotegido”

El modelo chino, sin embargo, también genera vulnerabilidades. ¿Qué ocurre con quienes no tienen hijos o con los que han perdido el contacto con ellos? Díaz reconoce que en esos casos los mayores quedan desprotegidos. “En China no hay una red de última instancia, como decimos en España con el Estado de bienestar. No existía. Las personas se han tenido que organizar individualmente”.

La diferencia de percepción es notable: mientras que en España un pensionista sin ingresos sería considerado pobre, en China no siempre se interpreta así, ya que muchos ancianos viven en hogares donde los hijos asumen los gastos, incluso cuando la renta personal del padre o la madre es inexistente.

“En España confías en el Estado, en China confías en tu familia”

La polarización entre ambas sociedades es uno de los puntos más llamativos del testimonio de Díaz. En España, el debate sobre las pensiones gira en torno a la sostenibilidad del sistema público y a las reformas legislativas para garantizarlo. En China, en cambio, la seguridad de la vejez recae casi por completo en la familia.

Esa diferencia cultural explica por qué los chinos conciben la felicidad familiar de forma distinta. “Para un español disfrutar de los hijos es darles besos y abrazos. Para un chino, es poder ofrecerles una buena educación”, explica el emprendedor. En su opinión, el papel de los hijos como “garantes de la vejez” marca una brecha insalvable entre las dos mentalidades.

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