Han pasado más de 15 años desde que Steve Jobs, el fundador y CEO de Apple, pronunciara su discurso más emotivo, pero todavía hoy sus pabalabras resuenan en nuestra mente. Y es que hay momentos que por algún motivo quedan guardados para la historia, sin importar el tiempo que pase o lo que haya cambiado el mundo desde entonces.
Es lo que ocurre con el creador del iPhone y sus palabras pronunciadas en la Universidad de Stanford. Corría el año 2005, solo seis años antes de morir, y su lección de vida aún podemos, y debemos, practicarla. Esconde un significado que despierta nuestros emociones más profundas sobre el lugar que cada uno de nosotros ocupa en el mundo. Humilde y sincero, el padre del hoy nuevo iPhone 13, desveló el sentido de la vida desde sus propias vivencias, que intuímos que no fueron pocas.
El amor, la pérdida de un ser querido y la muerte son algunas de las historias de las que se valió para descubrir las lecciones de vida que le guiaron hasta el éxito y le empujaron a no parar en su lucha incansable con estar a la vanguardia de la tecnología. Las claves para convertirse en quién fue y que pueden hacer que tú te conviertas, al fin, en la persona que siempre has querido ser.
El camino que recorrió Steve Jobs
Son tres las historias que marcaron a Steve Jobs. Así lo narró en su discurso de Stanford, explicando como todas ellas le guiaron hasta llegar a ser el genio que hoy todos recordamos. Gracias a estas vivencias supo qué valorar para llevar una vida que mereciera la pena vivir. Aquí las descubrimos.
Conectar los puntos, pero siempre hacia atrás
¿Cuáles son los puntos que unen nuestras vidas? No podemos saberlo, al menos en el momento. “No puedes conectar los puntos hacia delante, sólo puedes hacerlo hacia atrás. Así que tienes que confiar en que los puntos se conectarán alguna vez en el futuro. "Tienes que confiar en algo: tu instinto, el destino, la vida o el karma, lo que sea. Porque creer que los puntos se unirán te dará la confianza de seguir tu corazón. Esta forma de actuar nunca me ha dejado tirado y ha marcado la diferencia en mi vida”.
La madre biológica de Jobs puso su mayor empeño en que el empresario y magnate informático fuera a la universidad. Es lo que le hizo prometer a sus padres adoptivos. Pero poco timpo después la dejó. Se negaba a que su familia gastara los ahorros de su vida en algo en lo que no creía del todo. Pero no abandonó la universidad sin más, si no que se dedicó a asistir a las asignaturas que verdaderamente le gustaban.
Una de estas clases era de caligrafía. Le maravilló aprender los tipos de tipografía que existían. ¿Le fue útil en su momento? No. Pero sí que marcó un hito en la compañía, Apple, una de las compañías más famosas a nivel internacional y que fundaría después en su garaje.
Lo hizo con la creación del Macintosh, el primer ordenador con una tipografía bonita. Este detalle, insignificante a priori, fue indispensable en todos los que vinieron después: “Si nunca hubiera asistido a ese curso en la universidad, el Mac nunca habría tenido múltiples tipografías o fuentes proporcionalmente espaciadas. Y como Windows no hizo más que copiar al Mac, es probable que ningún ordenador personal las tuviese ahora”.
Encuentra lo que amas, no te conformes
El amor y la pérdida son los protagonistas de la segunda historia. ¿Te imaginas ser despedido de la propia empresa que fundaste? Le pasó al propio Steve Jobs. Se produjo un desacuerdo en Apple sobre el rumbo de la compañía y la directiva prefirió optar por otra visión (la de John Sculley). Y sí, al principio no supo qué hacer, pero descubrió que ese despido fue lo mejor que pudo pasarle.
Ya no tenía el peso del éxito en sus espaldas, era libre. Y así creó NeXT y Pixar, el que sería el estudio de animación más exitoso del mundo. Seguro que conoces ‘Toy Story’, pues gran parte fue obra suya. No es fácil reponerse de algo así pero Jobs se superó con creces, ¿cuál fue su secreto?: “Comencé a entender algo. Todavía amaba lo que hacía”. Apple terminó comprando NeXT, el corazón del sistema operativo de la marca, y él recuperó el mando de la compañía.
Aquí se encuentra una de sus máximas: “A veces la vida te da en la cabeza con un ladrillo, no pierdas la fe. Estoy convencido de que la única cosa que me mantuvo en marcha fue mi amor por lo que hacía. Tienes que encontrar qué es lo que amas”. Steve Jobs lo tuvo claro y no dudó en que el resto también lo entendiera: “Si aún no lo has encontrado, sigue buscando. No te conformes. Como en todo lo que tiene que ver con el corazón, lo sabrás cuando lo hayas encontrado”.
La muerte, el mejor invento de la vida
Algún día vamos a morir. Y esto es una verdad incuestionable. De ahí parte el final de su discurso, la gran lección: “la muerte es posiblemente el mejor invento de la vida”. Steve Jobs sabía de lo que hablaba, pues cuando pronunció esta frase hacía un año que había superado un cáncer de páncreas por el que al principio solo le dieron unos meses de vida.
Recordar que iba a morir pronto es lo que más le ayudó a tomar las grandes decisiones de su vida. En su alegato aseguraba como prácticamente todo se desvanece frente a la muerte, quedando solo lo verdaderamente importante. “Recordar que vas a morir es la mejor forma que conozco de evitar la trampa de pensar que tienes algo que perder. Ya estás desnudo. No hay razón para no seguir tu corazón”, fundamentó con sus palabras.
Steve Jobs encontró en la muerte la motivación para hacer las cosas que verdaderamente le importaban. Reivindicó la importancia de escucharnos: “No dejes que el ruido de las opiniones de los demás ahogue tu propia voz interior. Y lo más importante, ten el coraje de seguir a tu corazón y tu intuición. De algún modo ellos ya saben lo que tú realmente quieres ser”. Para acabar finalizó con un deseo, lo que siempre se decía desde que lo vio en la contraportada de la última edición de ‘The Whole Earth Catalog’: “Sigue hambriento, sigue alocado”. Y es lo que instauró en todos los presentes y en quien después lo escucharon.
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