Cada vez que te enfrentas a un vuelo de más de ocho horas, piensas que lo sabes todo, que te echas a dormir y en cualquier momento te despertarás descansado en el destino. Pero Sonia Sevilla, que se pasa la vida volando entre Barcelona y América, tiene claro que casi nadie conoce los trucos que realmente funcionan para no acabar el viaje destrozado.
Se pasa hasta 14 horas atrapada en un tubo de metal, con el sonido constante de las turbinas y apenas espacio para estirarse. Así es el día a día de esta tripulante de cabina de Level, en rutas de Barcelona a Nueva York, Buenos Aires o Santiago de Chile. Para ella, estos vuelos no son aventura ni placer, son un reto físico y mental que solo se supera con disciplina y algunos trucos de supervivencia.
“Mi truco es dormir una siesta antes de salir a trabajar. Y unas horas antes hago algo de ejercicio, como salir a caminar o ir a entrenar. Eso hace que me active y vaya al vuelo con más energía”, explica Sonia, en una entrevista para la revista Viajes National Geographic.
Pero ni la mejor preparación física te salva si pasas horas sin moverte. “En el vuelo, hay que levantarse cada hora, u hora y media, y andar un poco en cabina, estirar las piernas para que la circulación fluya”, recomienda. Para combatir la hinchazón y los problemas de circulación, recomienda usar calcetines de compresión: “Arriba del avión nos hinchamos mucho y la circulación no termina de fluir del todo bien”.
El error de la comida a bordo
Uno de los grandes errores de los pasajeros es lo que comen y beben durante el vuelo. El menú a bordo también puede jugar una mala pasada:
“Lo ideal sería evitar comidas muy pesadas, y sobre todo las bebidas alcohólicas. Es que el efecto del alcohol se potencia debido a la baja humedad en cabina y sobre todo por el tema de la presión. Lo más recomendado es beber agua, alguna infusión suave o incluso snacks ligeros que ayuden a sentirse bien durante el trayecto”.
Comer demasiado te impedirá descansar bien, y el sueño en el avión es esencial: “Comer muy pesado te impide poder descansar bien, porque cuesta más hacer la digestión, y te costará más dormirte”, explica Sonia.
¿Cómo combate el jet lag?
El jet lag es otro de los grandes enemigos del viajero, pero no tiene una única solución válida para todos los destinos: “Depende de cuánto tiempo estemos en destino. Si son 24 horas, trato de descansar al máximo, porque con tan poco tiempo no me podré adaptar al horario local”, reconoce. Pero en los viajes largos, la estrategia cambia: “En estancias más largas, o líneas como las llamamos, cuanto antes te adaptes al horario del lugar, mejor”.
“Muchas veces, cuando estamos en EEUU, nos levantamos a las 5:00 de la mañana porque en España ya están cerca del mediodía. Intentas activarte con un poco de ejercicio, desayunas y, sobre todo, tratas de comer sano”.
Al volver, hay un error habitual al dormir nada más aterrizar: “Cuando volvemos a Barcelona, lo suyo es que tal cual aterrizas no meterte a dormir, porque si no, a la noche no tendrás sueño. A lo sumo, tratas de aguantar un poco e irte a la cama más pronto que lo habitual. Y al día siguiente, ya te levantas con el horario de Barcelona”.
Kit básico y reglas no escritas
Su kit básico de viaje no tiene secretos ni lujos: “Lo esencial es un antifaz y tapones para los oídos, para descansar lo máximo posible. Es que si hay mucha luz para mí es imposible dormir, por lo que el antifaz es mi mejor aliado”.
En el aire, también hay normas no escritas que la mayoría ignora: “Sentarte en un sitio u otro no te hace dueño del avión, pero normalmente el que se sienta junto a la ventanilla es el que decide bajarla o no”, resume. Lo mismo ocurre con los apoyabrazos: “Si alguien tendría que tener más autoridad es el que va en el asiento del centro, que es un poco menos cómodo y debe tener más autoridad para poder usarlos, porque los que están en la ventana o el pasillo pueden reclinarse de su lado”.
No solo reparten cafés
Y, sobre todo, la gran mentira sobre la vida de los tripulantes: “Uno es que solo piensan que estamos para servir comidas y bebidas, cuando nuestra función principal es velar por la seguridad del vuelo y de los pasajeros”. Y desmiente el mito de que se pasan el día de turismo:
“Trabajamos muchas horas, con cambios constantes de horarios, y un desgaste físico y emocional importante. Nuestra profesión requiere de mucha responsabilidad, formación continua y descansar bien entre vuelos. Mucha gente piensa que en las escalas, cuando llegamos a destino, lo primeros que vamos a hacer es visitar la ciudad. Que es cierto que nos gusta conocer sitios nuevos, pero estamos ahí por trabajo, y la prioridad es el descanso, sobre todo en escalas cortas”.
En definitiva, cada consejo de Sonia Sevilla permite a los pasajeros pasar un mejor vuelo: dormir antes de volar, moverse cada hora y olvidarse del alcohol, es el manual perfecto para cruzar el Atlántico.

