Reparar un electrodoméstico en muchas ocasiones parece que ha dejado de ser una costumbre para convertirse casi en una excepción. Lo que antes era lo habitual, llamar a un técnico ante una avería, hoy parece estar en peligro de extinción. Cada vez son más las personas que cuando se estropea alguno de los electrodomésticos ni siquiera valoran el arreglo, y optan por comprar uno nuevo, directamente. Pero, ¿se trata solo de una cuestión de precio o comodidad?
Paul Charmbury, especialista en reparación de electrodomésticos, explica que la clave está en cómo se diseñan ciertos componentes esenciales. Y lo explica con ejemplo claro: las lavadoras. Muchas de ellas modernas están pensadas para dificultar o impedir la reparación, acortando de forma artificial su vida útil y forzando la compra recurrente. En sus palabras, “es una estrategia deliberada para obligarte a comprar una máquina nueva”.
El experto aclara que en estos electrodomésticos, los tambores “solían ser asequibles y fáciles de reemplazar” pero ahora no lo son porque “las dos mitades del tambor están soldadas o pegadas, en vez de unidas con tornillos”. En la práctica, esto significa que si una sola pieza interna falla, el usuario no puede reemplazarla fácilmente y la única opción es sustituir la pieza entera.
“El fabricante espera que pagues 360 libras (unos 413 euros) por un tambor nuevo, cuando la máquina entera cuesta poco menos de 500 libras (574 euros). Nadie va a hacerlo. Lo que realmente esperan es que termines comprando una lavadora nueva, que es exactamente lo que ellos quieren que hagas.”
Esta práctica no solo afecta a los hogares sino también al empleo
El técnico denuncia que esto tiene consecuencias que van mucho más allá de los hogares. “Los ingenieros y las pequeñas empresas están siendo sistemáticamente dejados sin trabajo por las empresas para las que hacemos el trabajo”, advierte Charmbury.
Explica que es un fenómeno se multiplica a gran escala, ya que estos tambores sellados, que no pueden repararse por piezas, se encuentran en más de 40.000 modelos diferentes de lavadora, lo que amplía el impacto económico, social y ambiental de esta tendencia.
La obsolescencia programada no solo afecta al usuario y a los profesionales del sector, también tiene un claro impacto medioambiental. Cada vez que un electrodoméstico no puede ser reparado y acaba en el vertedero, aumentan los residuos electrónicos y se desperdician materiales valiosos.
De hecho, la propia Unión Europea ha señalado la necesidad de actuar ante esta problemática. La Directiva (UE) 2024/1799, exige a los fabricantes facilitar el acceso a piezas de repuesto, manuales y herramientas, y prohíbe barreras injustificadas a la reparación, salvo motivos de seguridad o propiedad intelectual. Además, impulsa plataformas para comparar servicios de reparación y fomenta la economía circular como alternativa sostenible.

