Logo de Huffpost

Roelien (45 años): “Mi hijo adolescente solo habla conmigo cuando quiere dinero”

Esta madre asegura que, ahora mismo, parece que su hijo solo la tiene en cuenta para que le dé dinero y comida, como si fuera una carga.

Una madre triste en casa
Una madre triste en casa |Envato
Esperanza Murcia
Fecha de actualización:
whatsapp icon
linkedin icon
telegram icon

La mayoría de padres coinciden en que la adolescencia es la etapa más dura en lo que respecta a la crianza. Todos los cambios físicos y emocionales que experimentan los jóvenes, en esa confusa transición hacia la vida adulta, es todo un desafío en casa y pone bien a prueba la paciencia. Sobre esto ha hablado Roelien, una madre de un hijo adolescente de 15 años que, realmente, se siente muy frustrada e incluso lo está pasando mal, debido a cómo se ha vuelto la relación entre ambos.

Primero porque, como ella misma ha contado al medio ‘JM Ouders’, su hijo apenas le habla. Y no solo eso, sino que suspira al verla, salvo cuando necesita dinero: “hay días en los que me pregunto dónde se ha quedado mi niño cariñoso y alegre”. De hecho, asegura que su hijo, Daan, está tan metido en su mundo que ya no le reconoce: “Todo es una mierda. El colegio es una mierda, la comida es una mierda y yo soy una mierda. ¿Y hablar? Solo lo hace cuando quiere algo de mí. Normalmente, dinero”, relata.

El problema de comunicación es tal que afirma que, ante sus preguntas, solo le responde con un “sí o no” o un suspiro. “O simplemente se marcha en mitad de la conversación. Y cuando dice algo, ya sé lo que va a decir: “Mamá, ¿tienes dinero?”, apostilla Roelien, quien al principio pensaba que no era tan grave y solo era una fase. Ahora, su preocupación ha aumentado, y es que lleva ya año y medio en esta situación.

“Sinceramente, estoy un poco harta. Me habla como si fuera una carga, como si solo estuviera ahí para proporcionarle dinero y comida. Y cuando intento preguntarle algo, me responde con un “qué interesante” o un “déjame en paz”. Es frustrante, pero sobre todo doloroso”, explica frustrada.

“Mamá, te quiero, ¿me das veinte euros?”

Roelien asegura que Daan solo vuelve a ser su hijo dulce cuando necesita dinero, ahí sí le da un abrazo y hasta sonríe: “Mamá, te quiero, ¿me das veinte euros?”, suele pedirle este, reconociendo que sigue cayendo muchas veces en la trampa. Luego, ocurre siempre lo mismo: cuando recibe el dinero, no lo vuelve a ver en todo el día, desaparece. 

Aunque sabe que es parte del proceso, y que otros padres que ya han pasado por ahí le aseguran que volverá, Roelien no puede evitar echarle de menos. “Ahora parece que solo me tolera porque soy su madre. Sé que esto es parte del proceso, pero cuando estás en medio de ello, no lo sientes así. Sientes como si tu hijo se te escapara poco a poco”.

A pesar de ello, intenta armarse de compresión y paciencia, conocedora de que su hijo está intentando saber quién es. “Es algo normal a esta edad. Pero intento demostrarle que estoy ahí, aunque él no siempre quiera oírlo. A veces le dejo algo de dinero sin decir nada, para que pueda ir con sus amigos. Por cierto, no lo hago porque quiera que me quiera, sino porque sé que es su forma de pedir amor. Los adolescentes no saben expresarlo bien, así que lo muestran a su manera, un poco extraña”, explica.

En estas circunstancias, recientemente tuvo un rayo de esperanza, cuando escuchó a Daan decirle a un amigo que ella, su madre, era “en realidad bastante tranquila”. Una frase que para Roelien es tranquilizadora: “esa sola frase lo compensó todo. Quizás solo hable conmigo cuando quiere dinero, pero en el fondo sé que todavía me quiere”, concluye.