Lo que comenzó como una jubilación soñada en el Mediterráneo se ha convertido en una pesadilla burocrática y financiera. Durante ocho años, Camille y Marcel Garcia, un matrimonio francés jubilado, han visto cómo los 50.000 euros de la venta de su apartamento en Túnez permanecen bloqueados por decisión de Banco Central de Túnez (BCT).
Compraron su pequeño refugio en 2008: un apartamento de 60 metros cuadrados en la residencia Bel Horizon, en la localidad costera de Bekalta, cerca de Monastir. Atraídos por la calma del lugar, Marcel Garcia, antiguo obrero, y Camille Garcia, ama de casa, invirtieron allí los ahorros de toda una vida.
Pasaban los inviernos en Túnez y los veranos en su casa de Mourenx (Pirineos Atlánticos). Pero en 2017, los problemas de salud de Marcel les obligaron a vender el piso a un vecino por 140.000 dinares tunecinos, equivalentes a unos 50.000 euros. Desde entonces, no han podido recuperar ni un céntimo.
Según la legislación tunecina, los no residentes deben depositar el dinero de la venta en una “cuenta especial” de la Banque de l’Habitat, que solo puede liberarse con la autorización del Banco Central tunecino. Esa autorización nunca llegó. Ni en 2017, ni en los años siguientes. La BCT simplemente no da su visto bueno al traslado de los fondos al extranjero.
Ocho años de gestiones, abogados y silencio administrativo
“Son los ahorros de toda una vida que no pueden recuperar”, lamenta su hija Valérie, en una entrevista para Le Parisien. “Ya ni siquiera hablamos de este asunto con mis padres. Es demasiado doloroso para ellos”. Ella y su marido, François, han escrito “a toda Túnez” sin obtener respuesta. Ni el banco, ni las autoridades, ni la embajada tunecina en Francia han dado una sola explicación.
Ante el silencio, la familia recurrió al abogado Mohammed Maktouf, que viajó a Túnez para reunirse con el responsable de la política de divisas del BCT. “Nos pidieron múltiples documentos, entre ellos la prueba de residencia en Francia, y los entregamos todos. Desde entonces, silencio total”, denuncia el letrado.
Según el medio francés, fuentes próximas al Banco Central tunecino reconocen lo que el Gobierno evita admitir: el país atraviesa una grave escasez de divisas y restringe al máximo las transferencias de capital al exterior. La moneda local, el dinar tunecino, no es convertible fuera del país, como ocurre en Cuba, Argelia o Birmania. Para proteger sus reservas en dólares y euros, la administración bloquea operaciones legales como la de la familia García, dejando atrapados a cientos de inversores extranjeros en un limbo financiero.

