Se acabaron los anuncios que obligan a coger el mando para bajar el volumen. La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) ha aprobado por primera vez unas reglas técnicas claras para controlar el sonido de la publicidad en televisión. La medida afecta tanto a la Televisión Digital Terrestre (TDT) como al resto de servicios audiovisuales y pretende poner fin a los sobresaltos de volumen durante las pausas publicitarias, una de las quejas más habituales de los espectadores.
A partir de la entrada en vigor del nuevo marco, los anuncios no podrán superar el volumen medio del programa que los precede. El regulador considera que aplicar los estándares europeos de control del sonido permitirá cumplir la ley y ofrecer a los espectadores una experiencia más cómoda y uniforme.
La novedad no reside tanto en la prohibición, que ya estaba recogida en la ley, como en la forma de aplicarla. Hasta ahora, la CNMC atendía las quejas por el volumen de los anuncios sin contar con un método técnico claro para medirlo, porque no existían reglas concretas que lo desarrollaran. Esa situación cambia con la reciente aprobación del nuevo Plan Técnico Nacional de la TDT, que introduce de manera explícita los estándares europeos para medir la sonoridad.
Un cambio práctico para el espectador
Para el público, la consecuencia es directa. Habrá menos subidas bruscas de volumen y menos molestias durante la publicidad. La CNMC señala que los avisos sonoros que marcan el inicio de los anuncios deberán distinguirse sin subir el volumen, por lo que prácticas habituales como el “subidón” para llamar la atención dejarán de estar permitidas.
El incumplimiento de estas normas será considerado una infracción leve de la Ley General de Comunicación Audiovisual (LGCA).
Qué deberán cumplir las cadenas de TDT
En el caso de la TDT, los operadores deberán ajustarse al nuevo Plan Técnico Nacional, que establece un nivel de sonoridad normalizado de –23 LUFS, con una tolerancia de ±1 LU. Si los programas y los anuncios se ajustan a ese nivel, basado en la norma europea UER R-128, la CNMC considerará que cumplen la ley, siempre que la publicidad no suene más alta que el programa anterior.
Este criterio introduce por primera vez un método objetivo y verificable para la supervisión del sonido televisivo.
Plataformas, pago y servicios bajo demanda
Para el resto de servicios audiovisuales, como las plataformas de televisión, la televisión de pago, el vídeo bajo demanda, la radio o los servicios de audio a la carta, la CNMC ofrece varias vías de cumplimiento. Los prestadores podrán aplicar las mismas reglas que la TDT, usar normas europeas adaptadas a cada tipo de servicio o recurrir a otros sistemas técnicos similares, siempre que aseguren que el volumen no resulte molesto para los usuarios.
En el caso de anuncios y contenidos muy breves, se tendrán en cuenta los parámetros del suplemento R-128 s1, diseñado para controlar tanto el nivel medio como los picos que generan la sensación de “subidón” repentino.
El marco legal y el vacío técnico
La Ley General de Comunicación Audiovisual (LGCA) establece en su artículo 121.4 que “el nivel sonoro de las comunicaciones comerciales audiovisuales no puede ser superior al nivel medio del programa que le precede”. El artículo 121.3 añade que la publicidad debe diferenciarse del contenido editorial también mediante recursos acústicos, pero sin causar molestias.
Pese a esta claridad legal, faltaban criterios técnicos para saber con precisión cuándo se incumplía la norma. Para cubrir ese vacío, la CNMC abrió entre marzo y abril una consulta pública en la que participaron televisiones, plataformas y asociaciones de usuarios y el resultado fue ampliamente mayoritario. Cerca del 80% de las aportaciones apoyaron el uso del estándar europeo UER R-128 y del nivel de volumen que se utiliza en toda Europa.
Menos molestias y más certidumbre
Para los espectadores, el cambio promete una experiencia más uniforme y sin sobresaltos. Para las cadenas y plataformas, el nuevo marco aporta seguridad jurídica y técnica. Los criterios deberán tenerse en cuenta no solo en la emisión, sino también en la producción, encargo o adquisición de programas y en los anuncios publicitarios.
En definitiva, un cambio técnico que no modifica la ley, pero que sí promete transformar la manera de ver la televisión a partir de 2026.
