El pozo de la crisis económica en el que la pandemia de Covid-19 ha ahogado a España, y a la totalidad del globo terráqueo, es más hondo de los que se esperaba. O al menos, de lo que se auguraba. Uniéndose a otras instituciones que han puesto diques a la desmesurada corriente de optimismo que brotaban desde las previsiones gubernamentales, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) vuelve a rebajar las proyecciones de crecimiento y recuperación económicas.
Concretamente, aminora del 6,8% al 4,5% el esperado para este año 2021, y del 6,6% al 5,5% para el 2022. Y fija la plena recuperación de la economía nacional para el año 2023, donde prevé una expansión del 3,8% del Producto Interior Bruto (PIB), cuando alcanzará niveles prepandémicos.
Una rebaja considerable de las expectativas en cadena en la que el propio organismo con sede en París se ha visto incluso obligado a modificar sus propias estimaciones, trazadas en septiembre, donde cifraba en 6,5% el crecimiento del PIB para 2021 y 2022. Pero el Instituto Nacional de Estadística (INE) tiró la primera ficha del dominó, recortando del 2,8% al 1,1% su previsión de crecimiento. Posteriormente llegaron los tijeretazos del Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Comisión Europea.
España y la recuperación económica: una amenaza y una baza
La OCDE apuntaba a la difuminación de las restricciones sanitarias como uno de los trampolines a la recuperación y crecimiento económico. Pero el repunte de la pandemia de Covid-19 y la aparición de la nueva variante, Ómicron, que se cree más transmisible, provocan a reinstaurar parte de ellas con la Navidad a la vuelta de la esquina. Esto supondrá otro cierto lastre al proceso.
Así como la crisis de suministros que está produciendo desabastecimiento de productos por los fenómenos de cuellos de botelle y la escasez de materias primas en multitud de sectores. A esto se le añade la disparada inflación de los precios en general, y de la energía en particular, del 2,9 % este año y del 3,2 % el que viene. Este mes de noviembre se pagó la factura de la luz más cara de la historia en el país. Según la OCDE, hasta 2023, que bajará hasta el 1,5 %, no mejorará la situación.
Pero España, continúa apuntado la OCDE, tiene una baza: es uno de los países de Europa con mayor tasa de vacunación por habitante, lo que le otorga un cierto margen de laxitud a la hora de imponer nuevas restricciones, y, consecuentemente, mayor margen de maniobra para sectores claves en la recuperación económica como el turismo o la hostelería. De hecho, algunos países se plantean obligar a vacunarse.
“La demanda doméstica será el principal motor del crecimiento, ya que una mayor confianza, la mejora de las condiciones del mercado laboral, las condiciones de financiación favorables y los fondos Next Generation de la UE impulsan el consumo y la inversión privados”. Así lo afirma el texto, poniendo en relieve la correcta utilización de los 70.000 millones de euros procedentes de los fondos de recuperación.
Los ERTE, decisivos
Los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) también son resaltadas como claves. Este mecanismo de protección laboral sirvió de escudo a la destrucción de miles de empleos, demostrando que funcionó con efectividad. Los trabajadores que se encuentran bajo ese paraguas están ahora bajo mínimos y restableciendo los marcadores de empleo del mercado y las afiliaciones a la Seguridad Social a niveles de antes de la pandemia.
En este sentido, la OCDE estima que la tasa de paro caiga en 2022 al 14,2 % y al 13,6 % en 2023. Aunque apunta a un lunar endémico español: la elevada tasa de parados de larga duración (32 %) y jóvenes (30 %).
De esta manera, el Gobierno tendrá que hilar fino para aprovechar sus armas disponibles con tal de recuperarse de la caída económica reciente, cifrada en un 10,8 % en 2020, y los gastos coyunturales para contrarrestar la pandemia, que supusieron desfases presupuestarios iguales al 11 % del PIB, que espera desescalarse hasta el 4,2 % en 2023. Por su parte, se prevé que la deuda pública, que pasó del 95,5 % en 2019 al 120 % durante la crisis sanitaria, vaya descendiendo hasta el 115,9 % en 2024.
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