El Sorteo Extraordinario de la Lotería de Navidad, a lo largo de los más de 200 años que se lleva celebrando, esconde historias excepcionales detrás de cada décimo. Historias que, tan emotivas y especiales, jamás pensarías que fueran reales. En colaboración con Podium Podcast, Loterías y Apuestas del Estado ha querido recopilar algunas de ellas.
Nos permiten conocer a personajes entrañables, que nos reconcilian con la vida, y que evidencian que este sorteo está lleno de magia más allá de los 400.000 euros que se ganan con el más ansiado de los premios, el Gordo. La ilusión no solo se encuentra en ganar, sino también en compartir. Y estas historias, basadas en hechos reales, lo demuestran.
El sueño del chocolatero
La primera historia de la Lotería de Navidad nos lleva hasta el pueblo de la Calahorra. Año 1932 y un humilde chocolatero, llamado Ángel Oliván. Artesano chocolatero y fabricante de vino, era un hombre reservado, famoso por sus chocolates que eran los favoritos de toda La Rioja. De su vida privada, poco se sabía. Amaba la soledad, ensimismado en sus paseos. Aunque, de vez en cuando, recibía la visita de un amigo de su infancia.
Juntos recordaban otros tiempos y, en particular, se lamentaba de que aquella escuela en la que él conservaba tan buenos recuerdos, ya no estaba. Qué daría él por volver a construirla y que, los más pequeños del pueblo, pudieran vivir una feliz infancia como él vivió en ese lugar. Sus ahorros, claro, no eran suficientes. Aunque no dejaba el sueño a un lado. Esbozaba planos, elaboraba presupuestos… Siempre esperando la oportunidad.
Cuando Ángel se fue a la administración de siempre, la de María Dolores, se encontró que solo quedaba un número para el Sorteo de Navidad. Uno “feo” de los que nadie quería. Pero él se lo tomó a risa y jugó con el mismo durante 10 años seguidos. Y sucedió. Logró el tercer premio de la Lotería de Navidad de 1932, con ese número que para los demás no traía suerte, pero en el que él confiaba. Tanto que tenía una serie completa.
Le tocaron tres millones de pesetas. Siguió trabajando como siempre, pero con una nueva libreta donde plasmó todos sus deseos. Entre ellos, la escuela. Pero no fue lo único que construyó, sino que alzó una nueva Calahorra: un pabellón en el asilo de los ancianos desempleados, fondos para el hospital municipal de San Lázaro… Un hombre generoso que jamás abandonó su sueño.
Sodeto en el New York Times
En 2011, Sodeto, un pueblo de Huesca, estaba viviendo las peores consecuencias de la crisis económica. La sequía hacía que el futuro del municipio fuera aún más negro, pues estaba atacando de lleno los cultivos. Hasta que, las amas de casa del pueblo, trajeron la alegría a todos sus vecinos. La sociedad de amas de casas se encontraba inmersa en sus tradicionales visitas, repartiendo participaciones de Lotería de Navidad con mucha esperanza. Eran casi 90 mujeres, cuando ahora son más de 140 en un municipio de 200 habitantes.
Semana tras semana, fueron a todas las casas para repartir décimos. Y, como se puede imaginar, les tocó el Gordo. Tocó el suyo. El de las amas de casa que había llegado a todos los rincones del pueblo. Cada habitante de Sodeto era, como mínimo, 100.000 euros más rico. La historia corrió como la pólvora, llegando hasta el mismísimo The New York Times. Dicho periódico, se hizo eco de un hecho singular: hubo un vecino que no había tenido premio.
Se trataba de un director de cine griego, que vivía en las afueras, en una torre, donde el itinerario de las amas de casa no llegaba. Pero, con el dinero de la lotería, las mujeres financiaron su nuevo proyecto: un documental sobre el suceso. Respecto a qué hicieron las amas de casa con su dinero, fue íntegro para la asociación, con el que también montaron una cena de gala. Porque había que celebrar. El Ayuntamiento, como agradecimiento, le cedió un nuevo espacio para hacer su labor. Que continúa en nuestros días.
Ramón Acín, impulsor de sueños
Todos recuerdan a Luis Buñuel, director de cine español y considerado uno de los cineastas más grandes e influyentes de todos los tiempos. Pero pocos sabrán esta peculiar historia relacionada con su figura. Hay que remontarse a Zaragoza, en 1932, cuando el pintor Ramón Acín se encontró con su amigo Luis Buñuel. Se reunieron en el café ‘Ambos mundos’, enclave de los movimientos libertarios, mientras Pedro Luna cantaba una zarzuela.
Luis le confesó que estaba en apuros económicos y que no tenía financiación para grabar un documental sobre la localidad de Las Hurdes. Acín, comprometido con su obra, le confesó que le habían traído un décimo desde Madrid de la Lotería de Navidad. Si le tocaba, le ayudaría con su proyecto.
Ganó el Gordo y, de las 150.000 pesetas que le tocó, dedicó unas 20.000 a que su amigo rodara el documental, considerado ahora uno de los mejores de la historia. La generosidad de Acín, conocida por todos, le fue devuelta, cuando Buñuel contactó a sus hijas. Aunque murió demasiado joven, fusilado en 1936 por defender sus ideas, con un sentido de la justicia que defendió hasta las últimas consecuencias, su legado es una leyenda.
Se busca El Gordo
Hay un barrio, el almeriense Mediterráneo-Oliveros, que siempre que se acerca el Sorteo Extraordinario de Navidad se convierte en terreno de juego. En él se encuentran escondidos sobres rojos con un décimo en su interior, que los vecinos se encargan de buscar para ver si rascan algún premio de la Lotería de Navidad. La única norma es que solo se puede encontrar un sobre por persona.
Detrás de este juego, que encarna a la perfección la ilusión del sorteo, se encuentra Jesús Ibáñez, el dueño de la administración 13 de Almería, al que se le ocurrió la idea en 2019 para reactivar el comercio de la zona, parado por las obras que había en sus alrededores. Desde entonces, no ha parado de repartir suerte. Sobre la madrugada, va colocando los sobres, esperando que alguien lo encuentre.
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