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Una influencer española denuncia acoso y racismo en su trabajo en Japón: “me hacen bullying por ser inmigrante“

La joven ha recibido humillaciones, gritos e incluso hasta un golpe con una puerta por parte de un compañero.

La influencer denuncia sufrir acoso en su trabajo en Japón | Tik Tok
Una influencer española denuncia acoso y racismo en su trabajo en Japón: “me hacen bullying por ser inmigrante“ |TikTok
Ana Cara
Fecha de actualización:
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El mobbing —acoso laboral— es una forma de violencia que sucede en el ámbito del trabajo y puede sufrir cualquier trabajador. Se manifiesta a través de humillaciones, aislamiento, gritos y actitudes de desprecio por parte de compañeros o superiores, provocando graves consecuencias para la salud mental y emocional, y antes de que sucedan, las empresas deben activar sus protocolos para prevenir estas situaciones.  

El acoso puede confundirse con otras actitudes sancionables como el racismo y la xenofobia y más aún, cuando el trabajador se encuentra en un país extranjero. 

Es el caso de una creadora de contenido española sevillana, La nieta de la Illi, que ha denunciado en su perfil de redes sociales el maltrato que recibe en su entorno laboral en Japón.  

Aislamiento, humillaciones y golpes    

La creadora de contenido relata en un vídeo, que alcanza casi el millón de visitas en TikTok, cómo en su nuevo puesto en el país nipón, la situación con uno de sus compañeros ha escalado: “desde que llegué no ha parado de hacerme la vida imposible y me humilla por cualquier tontería”.  

 

En la publicación manifiesta cómo esa persona aseguró en su presencia: “no me gustan los extranjeros porque no hacen nada en el trabajo” y ni siquiera ha intercambiado un “buenos días” con ella: “solo me dirige la palabra para gritarme”.  

La persecución ha sobrepasado los ataques verbales con una agresión física, cuenta con gran frustración la sevillana: “él abre las puertas de una patada. Da la casualidad de que yo estaba detrás de una puerta y me pegó con ella”, algo por lo que no le pidió disculpas.  

Racismo y xenofobia 

La chica explica que una de sus compañeras, procedente de Nepal, compartió con ella que, también había recibido estas ofensivas: “tranquila, a mí me ha hecho llorar”.  

Esta información le hizo comparar la forma que él tenía de relacionarse con el resto de los empleados y observó la diferencia de trato hacia los japoneses y por el contrario a los extranjeros, para confirmar que “efectivamente era racista”.  

Denuncia ante el superior 

Para la joven, el caso se estaba volviendo insostenible por lo que decidió acudir a su superior: “le tuve que decir nombre y apellido” y le contó todo lo que estaba pasando.  

Al cabo de unos días, conoció la noticia de que el agresor se iba del trabajo y pensó: “me arregla la vida”. Sin embargo, la realidad fue bien distinta. Al mes, el compañero seguía en plantilla y una de sus compañeras le confirmó que “no se iba”.  

El estrés le provocaba insomnio y ansiedad  

El jefe evitó que coincidieran en los turnos, pero un día “vi en el horario que los dos estábamos juntos, solos”. Lo que provocó en ella tal estrés ante los posibles escenarios: “seguro que algún fallo voy a tener y me va a montar un pollo”, que no podía dormir y se despertaba con ansiedad.  

La andaluza cuenta que, llegado el día, “había dormido poco, me levanté cabreada e iba a coincidir con él”. Así fue: “a los 8 minutos de reloj, me empieza a liar un pollo” ante lo cual, no pudo contenerse más y explotó: “¿qué pasa?, ¿nos tenemos que pelear todos los días?”, afirma que fue una discusión a gritos: “mientras más me gritaba, más gritaba yo”.   

Hace dos meses y desde entonces, no se dirigen la palabra. Asegura que lo mejor que hizo fue plantarle cara: “no me esperaba en ningún momento sufrir racismo”, y agrega: “no sabía que me estaba mudando a un país tan racista”.  

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