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Àlex Torío, profesor, deja la enseñanza decepcionado: "Un alumno de la ESO de ahora es como uno de Primaria de antes"

Después de casi 30 años como docente en Barcelona se plantea abandonar por los fallos del sistema en España.

Àlex Torío en su despacho
Àlex Torío, profesor, deja la enseñanza decepcionado: "Un alumno de la ESO de ahora es como uno de Primaria de antes" |Àlex Torío - El Español
Antonio Montoya
Fecha de actualización:
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Un profesor con casi 30 años de experiencia en las aulas decide dejar la enseñanza por los fallos que encuentra en el sistema en España, que han conseguido decepcionarlo hasta tal punto de tener que abandonar su vocación. Y es que para este físico de Barcelona, "un alumno de la ESO de ahora es como uno de Primaria de antes", en resumidas cuentas.

Àlex Torío era profesor de Matemáticas y Física en Secundaria y daba clases en su Barcelona natal, donde nació en 1976. A este docente le encanta dar clase, a pesar de su decisión. “Enseñar a los jóvenes, formarlos… Esa es mi pasión”, afirma con seguridad en una reciente entrevista con El Español.

Y así lo ha demostrado durante casi 30 años, ya que ha sido profesor de Secundaria desde finales de los años 90. Lo suyo fue pura vocación y tras casi 30 años en las aulas, este docente ha dejado la enseñanza. Ha abandonado con amarga “decepción” algo que amaba, con total claridad.

El 47% de los profesores están pensando en dejarlo

El profesor Àlex Torío es solo uno más de tantos docentes que deciden abandonar la enseñanza, algo que por desgracia es cada vez más común. Y es que según un informe publicado en 2025, hasta un 47 % de los profesores españoles se están pensando si dejarlo o no. Entre todas las razones que le han llevado a tomar una decisión tan difícil, Torío destaca “la degradación paulatina del sistema educativo”, que sin duda ha sido el obstáculo definitivo. Una degradación que, asegura, “se está comprobando en la bajada de los resultados de los alumnos en España”.

Aunque el núcleo del problema, en su opinión, está claro: “la bajada en el nivel de exigencia a los alumnos es la base de todo”. Lo ha vivido en primera persona a lo largo de casi tres décadas en las aulas. 

“Hoy en día los niños no perciben la exigencia y no se esfuerzan. No sienten que no estudiar tiene consecuencias. Antes les daba (y nos daba) miedo suspender, pero ahora se ha demonizado suspender a los alumnos y eso provoca que no haya esfuerzo. Total, van a aprobar igual…”, reflexiona.

Educado en tiempos de la Educación General Básica (EGB), que finalizaba a los 14 años, Torío sostiene que “los contenidos con los que los alumnos de entonces concluían la educación obligatoria equivalen a los de cuarto de la ESO actuales”. Es decir, “se ha estirado dos años la escolarización obligatoria sin aumentar los contenidos”.

“Un alumno de la ESO de ahora es como uno de Primaria de antes”

Sin duda alguna, para él “la Secundaria de ahora es un estiramiento de la Primaria” y llega a afirmar que “un alumno de la ESO de ahora es como uno de Primaria de antes”. En su área lo ve con claridad: “Al menos en mi especialidad, yo percibo que el nivel de contenidos que enseñaba con 16 años –ecuaciones, resolución de problemas, trigonometría…–, antes se aprendían con 14”.

No es sólo la bajada de nivel lo que le preocupa. Comparte con expertos como Gregorio Luri la alarma por la sobreprotección infantil. “Los tenemos entre algodones y suspenderles o hacerles repetir se considera cruel. Se ha demonizado. Yo he llegado a ver como, a día de hoy, intento poner un 0 a un alumno y el ordenador me lo cambia al 1 por defecto”, lamenta.

Los fallos del sistema

Torío también reconoce que ha dejado las aulas “como muestra de protesta”. Entre los fallos que le resultaron difíciles de aceptar está la asignación de materias a profesores sin especialización. Licenciado en Física por la Universidad Autónoma de Barcelona, dice sentirse seguro impartiendo Matemáticas o Física. 

Pero no siempre fue así: “ha habido años en que se me ha pedido enseñar Biología o Tecnología. Yo me he sentido falso impartiendo Biología. Obviamente preparé lo mejor posible la lección y además tenía nociones del colegio o la universidad, pero, para mí, en Secundaria las materias las tienen que dar los especialistas en cada campo. En este caso, un biólogo”.

“Y además ocurre otra cosa: he tenido que compartir asignaturas con profesores sin un nivel de dominio del conocimiento necesario para enseñar. Eso me da mucha pena, sobre todo por mis alumnos, pues siempre he querido que aprendan lo mejor”, confiesa.

Otra de sus quejas apunta a las ratios en las aulas. “Yo tengo 30 alumnos por clase y se me pide que atienda la diversidad. Yo lo hago, pero, por ejemplo, en una clase de Bachillerato tenía que parar para enseñar las tablas a un alumno que había llegado de Pakistán. Está bien hacerlo, por supuesto, pero en ese momento dejaba de dar clase al resto y era un tiempo que perdía. El problema es que el sistema se pone la medalla de que cuida la diversidad, pero en la realidad no se invierte en profesores. Y si no hay presupuesto sólo es ser un bienqueda”, reprocha.

Deja su sueño tras casi 30 años

El último desencanto llegó con el mal uso de la tecnología en las aulas. “Ha sido el tiro de gracia. Estar delante de 30 alumnos con sus ordenadores y ver que no atienden es triste. Ves como están en YouTube, escuchando música, hablando entre sí por WhatsApp web o Google Docs… Antes el profesor era el centro y se enseñaba, pero ahora es muy difícil”, resume con tristeza.

Así, tras casi 30 años de docencia, Torío decidió dejar lo que siempre había sido su vocación. “Estuve mucho tiempo haciendo mi trabajo con satisfacción. Una satisfacción tan grande como que he tenido alumnos que han estudiado en Berkeley que me han llegado a escribir: ‘Si no fuera por ti, yo no estaría aquí’. Eso es lo más satisfactorio para un profesor. Ya no tenía ese tipo de alumnos”, recuerda.

Este problema afecta a casi la mitad de los profesores

El caso de Torío no es aislado. Es, más bien, la expresión de un fenómeno creciente. El informe publicado en 2025 por EsadeEcPol, El estado de la profesión docente en España, advierte que “está surgiendo una creciente desafección y pesimismo en una parte importante del profesorado”. Según la Fundación SM, un 47 % de los docentes quiere dejar su profesión, y apenas un 24 % mantiene la ilusión.

Hoy, Àlex Torío se ha tomado un año de excedencia, el máximo permitido, con la esperanza de reinventarse. Ha decidido mudarse al campo y buscar nuevos caminos: “Me encantaría ser ayudante de cocina, por ejemplo”, confiesa. Mientras tanto, seguirá con su programa de radio y su faceta de cantautor, que le ha llevado a publicar nueve discos. Lo único que tiene claro es que no volverá, al menos por ahora, a la enseñanza. Ahora se define como un activista por la mejora de la educación.