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Una mujer dejó su trabajo para viajar y ahora se arrepiente: “No puedo dar la entrada de una casa ni estoy lista para tener hijos”

Se gastó todos sus ahorros recorriendo el mundo, tras dejar su trabajo en una cadena de televisión.

Helen Zhao en uno de sus viajes
Una mujer dejó su trabajo para viajar y ahora se arrepiente: “No puedo dar la entrada de una casa ni estoy lista para tener hijos” |Facebook - Helen Zhao
Antonio Montoya
Fecha de actualización:
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Una de las decisiones más difíciles del mundo quizás sea la de dejarlo todo atrás para empezar una nueva vida en otro lugar, claro que, depende también del contexto de cada uno, especialmente el económico. Cuando la personas ya ha tomado la decisión y la ha puesto en marcha ya solo existen dos caminos: o se alegra de lo que ha hecho y todo le va incluso mejor que antes, o acaba arrepintiéndose y queriendo recuperar su antigua vida.

Esto último es lo que le ha ocurrido a Helen Zhao, una trabajadora de una cadena de televisión que decidió dejar su trabajo y todo atrás para estar año y medio viajando por todo el mundo. Finalmente perdió todos sus ahorros y acabó arrepintiéndose de haber dejado su trabajo atrás.

Helen Zhao, de 34 años, es una periodista norteamericana que trabajó en la importante cadena CNBC y decidió empezar una nueva vida acabando con su rutina. Ahora ha relatado para la misma cadena en la que trabajaba, CNBC, cómo tomó aquella difícil decisión y por qué se acabó arrepintiendo.

Helen Zhao en Brasil
Helen Zhao en Rio de Janeiro, Brasil | CNBC

Dejó su trabajo porque no podía con la presión

Todo comenzó cuando a los 28 años entró a formar parte del departamento de multimedia de CNBC: “Mi trabajo soñado”, recuerda.

El hecho de estar en una empresa tan importante terminó superándola, es decir, no podía con la presión de la responsabilidad. Además recuerda que, muchas veces se despertaba en plena madrugada preguntándose si, con el paso de los años y al llegar a los 80, no se arrepentiría de haber dedicado su vida al trabajo en lugar de haber hecho justamente lo contrario.

"Tenía ansiedad crónica y había perdido mi capacidad de vivir el presente", recuerda. Fue entonces cuando tomó una decisión drástica: dejar su empleo y emprender un viaje a Perú. A partir de ahí inició una travesía de 18 meses por Sudamérica y Asia, en la que invirtió 34.000 dólares, aproximadamente 31.600 euros al cambio actual.

“Cada día era un 'elige tu propia aventura', que implicaba buenas y malas opciones. Aprendí lecciones de la manera más dura sobre equilibrar preparación, productividad y ocio... y he reflexionado sobre todos esos arrepentimientos que finalmente me han enseñado cuándo se debe priorizar la felicidad del momento y cuándo es mejor sacrificarse a cambio de un futuro mejor”.

Su obsesión con el control no le dejaba disfrutar

Al principio, confiesa, se obsesionó con querer controlarlo todo. En lugar de disfrutar de la experiencia que había motivado dejar atrás su antigua vida, planificaba con minuciosidad cada uno de los destinos que pensaba visitar.

Esa obsesión la llevó, por ejemplo, a abandonar Argentina justo el día en que el país ganó el Mundial de Qatar en 2022, perdiéndose así las celebraciones junto a los amigos que había hecho allí. También le ocurrió el día de su cumpleaños, que lo pasó volando de Brasil a Bogotá para terminar viéndolo sola en un Airbnb, mientras observaba a través de las stories de Instagram cómo sus conocidos disfrutaban del Carnaval colombiano.

En otras palabras, en lugar de dejar que el tiempo y las vivencias marcaran el ritmo de su viaje, se aferró a un itinerario innecesario. Esa experiencia, afirma, le ha enseñado a estar más abierta a los planes improvisados y a aceptar los cambios sobre la marcha.

Sin dinero para una casa y sin poder tener hijos

Otro de sus grandes lamentos está relacionado con lo económico y lo familiar. Los 34.000 dólares que gastó durante esos 18 meses representaban prácticamente todos los ahorros que había acumulado en su vida.

¿La consecuencia? Hoy no puede permitirse comprar una vivienda (ni siquiera tiene dinero suficiente para la entrada, especialmente viviendo en Los Ángeles) y tampoco se siente preparada para tener hijos, debido a los elevados costes que implica formar una familia.

Considera que parte de esta situación proviene de la falta de educación financiera que recibió, ya que no sabía ni gestionar sus facturas.

"Salí del instituto sabiendo citar a Shakespeare pero no sabía pagar las facturas a final de mes".

Cree que, si hubiese planificado mejor, podría haber disfrutado igual de su año sabático, pero evitando quedarse sin ahorros, sin casa y sin un proyecto familiar a corto plazo ahora que tiene 34 años.

Actualmente, intenta reconstruir su vida aplicando las lecciones que asegura haber aprendido de aquella experiencia y de los errores cometidos. Su objetivo es que el arrepentimiento no marque el rumbo de esta "segunda oportunidad", que ahora busca a través de una web personal donde comparte su trayectoria como periodista y viajera.