El debate sobre las oportunidades de la juventud española se ha intensificado en los últimos años, marcado por la dificultad de acceso a la vivienda, la precariedad laboral y una deuda pública creciente. En este marco, las voces de generaciones anteriores aportan una perspectiva crítica sobre las diferencias en las condiciones de vida entre quienes hoy son jóvenes y quienes lo fueron en décadas anteriores.
Alfonso Ortega, jubilado y antiguo anticuario, considera que la juventud actual afronta un panorama mucho más adverso que el que vivieron generaciones anteriores. “De los jóvenes opino que son una maravilla porque no hay nada mejor que la juventud”, explica, pero añade que “no tienen las oportunidades que hemos tenido nosotros porque ahora para hacer una familia a la gente joven le va a ser imposible totalmente”.
“No son culpables de lo que se está malgastando”
En su análisis para las redes sociales de MirloTV, Ortega señala la precariedad laboral y la falta de acceso a la vivienda como los principales obstáculos para la emancipación: “Por mucho que quiera uno a una mujer, no puede vivir con ella por falta de economía, falta de oportunidades, falta de todo”.
A su juicio, la situación se agrava por el peso de la deuda pública, que, según afirma, recaerá sobre los más jóvenes: “La juventud que hay ahora va a tener que pagar la deuda de un gobierno irresponsable o unos gobiernos irresponsables y no van a tener oportunidad ni de tener casa ni de tener un buen trabajo”.
Ortega indica que la deuda “en vez de reducirla, cada vez es más amplia” y que los jóvenes “no son culpables de lo que se está malgastando”. El jubilado sostiene que quienes tienen mayor talento e iniciativa se ven forzados a emigrar: “El que salga inteligente y salga emprendedor se tiene que ir a trabajar fuera de España porque aquí no hay oportunidades para ellos”.
El pasado laboral visto desde la jubilación
Por su parte, su amigo Alfonso Cervera, también jubilado y extrabajador de la EMT de Valencia, ofrece una visión más moderada sobre sus propias condiciones de vida. “Me mantenía, pero nada más”, recuerda al ser preguntado por su sueldo cuando era trabajador en activo.
Ortega, en cambio, reconoce que durante su etapa como anticuario sus ingresos fueron irregulares: “Unos meses perdía más dinero que otros y alguna feria que ganaba más y con eso me mantenía”, aunque insiste en que “no” ha podido vivir bien con lo que ganaba.
Las declaraciones de ambos reflejan la percepción, compartida por parte de la ciudadanía, de que las nuevas generaciones encaran un horizonte marcado por más incertidumbre, tanto en lo laboral como en lo personal, que el que afrontaron quienes les precedieron.

