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Un albañil veterano no se corta al hablar de lo que gana en la obra: “Antes ganabas el 3.000 o 4.000 euros, ahora te dejas la espalda por 1.200 euros”

El veterano explica en primera persona cómo es realmente trabajar en la construcción en España y las dificultades a las que se enfrenta el oficio.

Imagen de Pascual albañil y una nómina
Imagen de Pascual albañil y una nómina |Youtube y NoticiasTrabajo
Francisco Miralles
Fecha de actualización:
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Durante años, el sector de la construcción en España ha sido el motor de miles de familias en España, pero ahora ha cambiado. Ahora, ya no solo faltan viviendas, sino además mano de obra para estas sean levantadas. La falta de relevo generacional amenaza con dejar sin obreros cualificados a la construcción. El problema, los bajos sueldos en un trabajo tan exigente como es la construcción.

En este sentido el influencer Adrián G.Martin ha realizado una entrevista a Pascual, un veterano albañil donde explica las ventajas que en antaño suponía esta profesión y los problemas con los que se encuentra ahora. Este jefe de obra e hijo de albañil, que no se guarda nada a la hora de hablar sobre las condiciones actuales de un oficio que, según sus palabras, “se ha devaluado” y resulta cada vez menos atractivo para los jóvenes.

“Pasas frío, pasas calor, te dejas la espalda… Al final, todos acabamos hechos polvo”, confiesa Pascual mientras recorre la obra en la que trabajan él y su equipo. “Hay días que tenemos que mover entre 50 y 100 sacos, y cada saco pesa 25 kilos. Antes pesaban 50, pero la normativa los limitó porque era una barbaridad para la espalda”, recuerda. El esfuerzo físico es tan constante como invisible para la mayoría: “Estás todo el día agachado, levantando peso, y cuando llegas a casa lo que más te duele son las rodillas y la espalda”.

De ganar hasta 4.000 euros a apenas rozar el Salario Mínimo

El salario, lejos de compensar el esfuerzo, es una de las principales quejas. “Antes de la crisis, un albañil podía ganar 3.000 o 4.000 euros al mes, pero ahora, con suerte, te pagan 1.200”, asegura. En el mejor de los casos, “un oficial de primera puede cobrar entre 1.500 y 1.600 euros, y un encargado, como mucho, 1.800”. Pascual compara con otros oficios: “Un mecánico te cobra 34 o 40 euros la hora, pero a un albañil no le pagan más de veinte y pico, y nuestro trabajo es mucho más peligroso”.

Adrián, le pregunta por los riesgos, y Pascual no duda: “Esto es un trabajo peligroso. Si no sabes lo que estás haciendo o no tomas precauciones, te la juegas. Andamios, radiales, compresores… puedes tener un accidente grave en cualquier momento”. Recuerda que “antes, todos los yeseros y albañiles acababan de la espalda hechos polvo”, y que la seguridad ha mejorado, pero el esfuerzo físico sigue siendo brutal.

Uno de los problemas más graves del sector es la falta de relevo generacional. “Ya no hay jóvenes españoles que quieran trabajar de albañil”, afirma. “Veo que la mayoría prefiere otros trabajos donde se gana lo mismo o más y no te destrozas la espalda”. En su obra, la mayoría son inmigrantes: “Normalmente, siempre viene gente de fuera, porque la gente de aquí ya no quiere trabajar en esto. Faltan profesionales que realmente sepan trabajar”.

Los motivos de este abandono son variados, pero Pascual lo resume así: “Antes, cuando empezabas, trabajabas de peón, casi gratis, solo para aprender el oficio. Ahora nadie quiere hacer ese esfuerzo. Los chavales quieren empezar cobrando como oficiales, pero no saben poner un ladrillo”. La situación complica la viabilidad del oficio: “Si no facilitas que la gente joven aprenda, el sector se muere. Pero a los empresarios tampoco les sale a cuenta contratar a alguien que aún no rinde, con todos los costes que conlleva”.

La vivienda se ha vuelto imposible

La conversación también aborda el precio de la vivienda y el coste de construir hoy en día. “Solo el solar cuesta 200.000 euros, y una obra como esta, entre 400.000 y 500.000. Con un sueldo normal, es imposible para un joven tirarse a hacer una obra”, reflexiona. La subida de materiales agrava la situación: “Una teja antes valía 49 céntimos, ahora cuesta más de un euro. El cemento, el hierro, todo ha subido. Y los precios nunca vuelven a bajar”.

Pese a todo, Pascual mantiene la vocación. “Me gusta mi trabajo, me gusta ver el resultado final, saber que lo que hago va a quedar ahí muchos años”. Pero su reivindicación es clara: “Nuestro trabajo está devaluado. Parece que solo servimos para hacer el trabajo sucio, pero sin nosotros nadie tendría casa”. El futuro es incierto. “Si no se pone en valor el oficio y no se facilitan las condiciones para que los jóvenes aprendan, la construcción en España corre el riesgo de quedarse sin manos expertas”.