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Un albañil español no se corta al hablar de lo que gana en Suiza: “Vivía en un contenedor, pero cobraba 3.000 euros limpios al mes”

Rafael Cubero relata en primera persona cómo es realmente trabajar en la construcción suiza y los sacrificios que supone buscarse la vida fuera de España

Rafael Cubero
Rafael Cubero junto a una nómina |TikTok y NoticiasTrabajo
Francisco Miralles
Fecha de actualización:
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La construcción fuera de España, en Europa siempre ha sido una salida laboral para muchos españoles que buscaban un mejor salario. Suiza, con sus sueldos altos y promesas de prosperidad, se ha convertido hoy en día en uno de los destinos favoritos. Pero “no todo es el salario”, y pocas personas ven la otra cara, es decir, la soledad, el esfuerzo o la renuncia. Rafael Cubero, albañil cordobés con más de 12 años de experiencia en el país helvético, lo cuenta sin filtros. “Aquí puedes ganar 3.000 euros al mes, pero te toca empezar desde abajo y, muchas veces, vivir en condiciones que nadie imagina”.

Según explica en una entrevista para MeVoyalMundo, Rafael aterrizó en Suiza en 2012, empujado por la crisis económica que asolaba España. “Mi padre ya había trabajado aquí, y fue él quien me convenció para venir. Los tres primeros años viví en un contenedor prefabricado, compartiendo baño y cocina con decenas de obreros. El trabajo era duro, pero el salario, al menos, compensaba”.

“Entré como peón y cobraba unos 4.400 francos brutos. Tras descontar el seguro médico, el alojamiento y otros gastos, me quedaban unos 3.000 euros limpios. Era la primera vez en mi vida que podía ahorrar algo de dinero” explica.

Ahora, el sacrificio, iba mucho más allá del esfuerzo físico. “La soledad pesa, sobre todo al principio. No tenía vida social, el idioma era una barrera y, aunque el dinero parecía mucho, la vida aquí es carísima. Al salir del trabajo, la cabeza solo te pide descansar”.

De vivir en un contenedor a ganar hasta 8.000 euros

Con el tiempo, Rafael fue progresando. Se apuntó a cursos de alemán, consiguió sacarse un título de obra civil en Suiza y, poco a poco, fue ascendiendo dentro de la empresa. Ahora, gracias a la experiencia acumulada y a esa cualificación local, su nómina puede llegar a superar los 8.000 euros brutos al mes. Pero advierte que no es llegar y besar el santo: “Aquí hay que demostrar cada día, estudiar y, sobre todo, aguantar. Nadie te regala nada”.

Los sueldos en la construcción suiza dependen mucho de la experiencia, del idioma y del tipo de contrato que consigas. Un peón sin conocimientos de alemán o francés puede empezar cobrando entre 3.200 y 3.500 euros netos al mes, mientras que un oficial cualificado se mueve entre los 4.000 y los 6.000 euros netos. Solo los mejor pagados, con muchos años a sus espaldas y títulos reconocidos en Suiza, pueden aspirar a esos 8.000 euros mensuales, y eso tras mucho esfuerzo y formación continua.

“Aquí, si eres bueno, te recompensan. Pero todos empezamos de cero, demostrando lo que valemos jornada tras jornada”, cuenta. El trabajo, insiste, es exigente y no apto para cualquiera: “En la obra pasas frío, calor, te dejas la espalda… Aquí todo es más grande y más caro, pero también más duro. Si eres joven y vienes con ganas, puedes hacerte un futuro, pero sin experiencia ni idioma, te tocará lo peor: los trabajos más duros y el salario más bajo”.

“Es duro trabajar y más si no saber el idioma”

La vida del emigrante en Suiza no es fácil. “Muchos llegan con la idea de hacerse ricos en un año, pero la realidad es otra. Hay que ahorrar antes de venir, buscar información, prepararse el idioma y estar dispuesto a compartir piso, incluso habitación. Alquilar un piso propio nada más llegar es casi imposible”.

Rafael lo deja claro para quienes sueñan con emigrar. “El que venga pensando en forrarse, se equivoca. Aquí se gana bien, pero todo cuesta, y nadie te espera con los brazos abiertos”.

El sistema es estricto, la burocracia complicada y los errores se pagan caros. “He visto a compañeros quedarse tirados por un accidente o por perder los papeles. Si trabajas en negro, te expulsan y pierdes todo. Y si no consigues un contrato o no te registras, es como si no existieras”.

Uno de los factores más determinantes es el idioma. “Aunque muchos españoles empiezan en cuadrillas con compatriotas, aprender alemán o francés te abre muchas más puertas. Sin idioma, sólo puedes aspirar a los trabajos más duros y peor pagados”.

La experiencia, también, marca la diferencia. “Aquí se valora mucho el oficio. Si vienes con años de experiencia, puedes avanzar más rápido. Pero si eres novato, te tocará empezar desde lo más bajo”. “En Suiza hay trabajo, sobre todo en la obra, pero faltan oficiales. Peones hay a patadas, lo difícil es encontrar gente formada y con ganas de quedarse”.

¿Merece la pena irse a la obra en Suiza?

Rafael lo tiene claro: “No es un camino fácil. Hay que venir preparado, con la mente abierta y sin creerse los vídeos de TikTok donde todo es maravilloso. Aquí hay oportunidades, sí, pero sólo para el que se sacrifica y sabe adaptarse”.

Entre las ventajas, destaca la seguridad laboral, los salarios altos y la posibilidad de prosperar si se trabaja duro. Pero también avisa de los inconvenientes: “La vida es cara, la soledad pesa y el clima es duro. No es para todo el mundo”.

“Yo no me arrepiento, pero tampoco quiero engañar a nadie. Venir a Suiza puede cambiarte la vida, pero hay que estar dispuesto a empezar de cero y a trabajar más que nunca”.