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Sergio Boj, carpintero sobre por qué nadie quiere dedicarse a este oficio: “Antes aprendías gratis y te llevabas quemaduras, golpes y sueldos bajos”

Este veterano carpintero soldador explica que la gente no quiere trabajar debido al nivel de exigencia, sin reconocimiento y encima mal pagado.

Sergio Boj, carpintero
Sergio Boj, carpintero |YouTube
Francisco Miralles
Fecha de actualización:
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La carpintería metálica ha sido uno de los pilares de la construcción, ya que con este oficio se hacen las ventanas, las puertas, rejas y estructuras. Pero al igual que la abañilería o la fontanería, el sector atraviesa una crisis silenciosa, ya que cada vez son menos los jóvenes que quieren aprender este trabajo, porque exige esfuerzo físico, largas jornadas laborales y que, tras esto, un salario bajo que no acompaña.

Así lo explica de forma clara Sergio Boj, carpintero metálico de Torrevieja, quien ha sido entrevistado en el canal de YouTube Sector Oficios Podcast. Boj explica que desde los 16 años ha estado trabajando entre talleres y máquinas de soldar, por lo que el ve un problema doble, pues por un lado está la falta de mano de obra cualificada y, por otro, la dificultad de mantener un negocio rentable sin destrozarse la espalda.

Un trabajo de esfuerzo constante

Boj recuerda cómo empezó en el taller familiar, rodeado de hermanos y bajo la mirada de su padre. “Al principio no me dejaban ni soldar. Aprendí a base de probar yo solo, de enchufar la máquina cuando se iban y quemarme las manos”, explica. Con apenas 18 años ya fabricaba portones de edificios y disfrutaba de pasar horas en el taller: “Lo que más me gusta es el taller, fabricar. Instalar es lo que más me pone nervioso porque trato con clientes y me preocupa que todo quede perfecto”.

El trabajo, insiste, es duro y exige precisión. Soldaduras, cortes, repaso de piezas… tareas que requieren técnica, fuerza y muchas horas. A ello se suman los riesgos: “Quemaduras, golpes, accidentes con las máquinas. Todos tenemos cicatrices que nos recuerdan lo que supone este oficio”, confiesa.

Boj cree que el gran problema está en el salario, ya que a pesar de la alta demanda de carpinteros metálicos y soldadores, los ingresos no dicen lo mismo. “Hoy no me puedo permitir tener un trabajador. Los costes me comen y prefiero tirar solo, aunque me falten manos”, lamenta. Según explica, el oficio exige sacrificios que no se ven compensados: “Estás hasta arriba de faena, pero los números no salen. Al final, las máquinas sustituyen lo que antes hacía un operario”.

Si nadie quiere trabajar el oficio desaparecerá

Lo más preocupante para el carpintero es el futuro de la profesión. “No hay relevo. Los chavales no quieren ser soldadores ni carpinteros metálicos. Prefieren otros trabajos donde ganan lo mismo sin arriesgarse ni destrozarse la espalda”, afirma. Incluso admite que recibe llamadas de distritos preguntando si necesita aprendices, pero no puede atenderlos: “Si le tengo que enseñar a alguien, no le voy a poder dedicar el tiempo que se merece”.

Por otro lado, con su propia formación explica que “antes aprendías mirando, casi regalando tu trabajo. Ahora nadie quiere empezar desde abajo. Y así, el oficio se muere”.

Pese a todo, Boj mantiene la pasión por lo que hace y en redes sociales comparte vídeos de su trabajo, mostrando cómo fabrica e instala rejas o puertas. “Los clientes extranjeros pensaban que compraba el material hecho. Empecé a grabar para demostrar que lo fabrico yo mismo, y ahí explotó todo. Un vídeo llegó al millón de reproducciones en un mes”, cuenta.

Ahora quiere poner en valor su trabajo. “La carpintería metálica está devaluada. Es un trabajo duro, técnico, que requiere experiencia, y sin él no tendríamos las rejas, las puertas o las estructuras que nos rodean. Pero si no se apuesta por formar y motivar a nuevos profesionales, el sector se queda sin futuro”.