Rubén, un madrileño de 39 años decidió dar un giro de 180 grados a su vida laboral cuando trabajaba (con empleo estable) como consultor informático. Consiguió emprender su propio negocio. Y no uno cualquiera, sino un pokebar, local de moda con el que factura 760.000 euros al año gracias a la venta de más de 2.000 pokes al mes, cifra que sube en temporada alta como verano y vacaciones. En el podcast de Eric Ponce, en Youtube, este joven madrileño ha explicado cómo fue empezar de cero, invertir todos sus ahorros en una idea con la que ha tenido tanto éxito que ahora está en expansión sumando cuatro locales en total.
Pero no todo fue tan sencillo, al dedicarse al sector de la informática, no tenía experiencia en hostelería. No realizó ningún estudio de mercado y su cuenta bancaria estaba a cero. “Tuve que vender el coche y la moto”. Ahora es el director de cuatro pokebar bajo la marca Goso Poke, tres en Donosti y uno en Zarauz pero ya tiene su siguiente objetivo que es ampliar su negocio a Vitoria y el sur de Francia.
Su historia era la misma que están viviendo muchos trabajadores por cuenta ajena, aunque eso sí en su trabajo como informático ganaba un buen sueldo. De repente, se sintió abrumado por el estrés y unas jornadas laborales demasiado largas que no le dejaban conciliar con la vida personal. Asegura que llegó a sentirse “muy quemado”.
Las ganas de emprender se despertaron cuando probó en Madrid un plato de poke, que le encantó e inmediatamente pensó que llevar esa idea a San Sebastián, donde vivía, sería perfecto. Contó con el respaldo de su amigo Diego que además, conocía al dueño del local donde había descubierto esta comida, típica de Hawaii.
Inversión inicial de entre 75.000 y 100.000 euros
En la entrevista, Rubén afirma que abrir un pokebar cuesta entre 75.000 y 100.000 euros en inversión inicial. En este dinero se incluye el mobiliario, la obra a realizar, la maquinaria, el stock y un colchón para cubrir los gastos de los primeros meses. “Nos vale cualquier local, porque no hace falta que tenga salida de humos, lo que abarata los costes y las licencias”.
Los primeros locales supusieron una inversión de entre 60.000 y 75.000 euros, dependiendo del estado en el que se encontraba el inmueble. El principal, que está en el mismo centro de Donostia, tiene 90 metros cuadrados de superficie y paga de alquiler alrededor de 2.800 euros al mes.
“San Sebastián es caro, pero vendes más porque estás cerca de la playa de La Concha y en el centro de la ciudad”, afirma.
En 2024 facturó 760.000 euros, con una rentabilidad del 20%
Durante el primer año en que estuvo en marcha el pokebar, se facturaron 760.000 euros con una rentabilidad media del 20% ETBIDA (que es el indicador financiero que muestra la capacidad de una empresa para generar beneficios en base a su actividad principal). Esto supone el doble que la mayor parte de los negocios que se dedican a la hostelería tradicional.
En los meses de verano, cuando se da la temporada alta en el sector, aumenta la facturación llegando a los 210.000 euros al mes entre sus cuatro locales. “Este negocio es una maravilla para quien quiera invertir porque no depende de que estés presente, sino de que funcione la operativa”.
La amortización de la inversión inicial se ha conseguido rápido, “en menos de dos años, el primer local lo recuperamos en año y medio”, asegura.
Gasto fijo de 18.000 euros al mes

Analizando los beneficios, también aparecen una serie de gastos que son fijos y el empresario debe abonar mensualmente. Como señala en el podcast, este ronda los 18.000 euros al mes, repartidos en alquiler, que cuesta unos 2.800 euros, personal que supone 8.000 euros en cotizaciones y salarios y materia prima (el 35% de lo que se ingresa).
Para conseguir esta rentabilidad tan elevada, Rubén explica que su producto está teniendo una gran aceptación entre los clientes, vendiendo unas 2.000 unidades al mes, con un ticket medio de entre 17 y 18 euros, que sube a los 20 en el caso de que sea servicio a domicilio.
Cuando llegan los meses ‘buenos’, de temporada alta y cuando hay más turistas, esta cifra también sube, sumando más de 4.000 pokes en un sólo local. Para atender esta demanda, cada local tiene contratados entre 3 y 5 trabajadores, que comienzan desde por la mañana a preparar la comida, cociendo arroz, cortando las frutas y ordenando los demás ingredientes.
“Lo importante es la operativa, si todo funciona bien, como una máquina, y el proceso está bien diseñado, no hace falta que el dueño esté allí”. Además cuenta con producto de calidad. “Estamos encima del arroz, del color del salmón o de que el mango esté en su punto. Cuando encontramos una piña que está verde, llamamos al proveedor, la calidad es lo que fideliza al cliente”.
Su plan es continuar creciendo
En 2019 abrió el primer Goso Poke en San Sebastián con un estreno de lujo, donde “se vendieron más de 200 pokes, y al día siguiente, otros 200. Ese verano facturamos hasta 50.000 euros al mes”.
Luego, en 2020 llegó la pandemia “teníamos un sólo local, con mi moto repartía los pedidos, no teníamos Glovo”. Pese a eso, consiguieron salir adelante. Esto le da fuerzas para seguir adelante. “Volvería a montarlo, sin duda”, asegura. “La claves es controlar la operativa, cuidar la marca y entender que en este negocio, los pequeños detalles son los que te hacen grande”.

