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Rosa María, vendedora de lotería sobre tener una administración: “Un décimo de Navidad nos da un 5% bruto, 1 euro; tuve que pedir un préstamo para comprar papel higiénico”

Los loteros denuncian que el precio del décimo permanece congelado desde 2002 mientras la inflación acumulada supera el 60%, en un sector donde la comisión por Navidad es del 4,5% bruto.

Rosa Maria, vendedora de lotería
Rosa Maria, vendedora de lotería |Eric Ponce | Youtube
Francisco Miralles
Fecha de actualización:
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Siempre se ha creído que tener una administración de lotería es sinónimo de tener un negocio con alta rentabilidad y seguro, pero es “oro todo lo que reluce”. Según la Agrupación Nacional de Asociaciones Provinciales de Administradores de Loterías (ANAPAL), más de 4.100 establecimientos operan en España bajo un modelo que no actualiza el precio de los décimos desde 2002, mientras la inflación acumulada en ese periodo supera el 60% y el coste de vida se ha disparado.

En este sentido, el creado de contenidos Eric Ponce ha entrevistado a varios loteros de España, los cuales cuenta como es la “cruda” realidad de tener una administración de loterías. Estos describen su trabajo como “una miseria” y aseguran que “hace 20 años que no nos suben las comisiones”, eso sin contar, que los premios superiores a los 2.000 euros ya no los pueden cobrar, con lo que es otra gran comisión que pierden.

El negocio, gestionado directamente bajo la supervisión del Ministerio de Hacienda a través de Loterías y Apuestas del Estado, se sostiene sobre comisiones que no han variado en 20 años, pese a la subida generalizada del coste de vida. “De cada décimo de la Lotería de Navidad, la comisión actual es del 5% bruto. Es decir, de los 20 euros que paga el cliente, el lotero se queda con solo un euro antes de impuestos y cotizaciones”, explica Rosa María, dueña de una administración de lotería.

“Hoy no es buen negocio, es muy esclavo”

Para los loteros entrevistados todos opinan igual y aseguran que es un negocio que se ha desplomado. “No suben los precios, no suben las comisiones, y el nivel de vida sí. Hace 20 años que no nos actualizan los márgenes”, denuncian. Además, los loteros asumen riesgos elevados con el dinero que gestionan.

Cada semana deben ingresar a las arcas del Estado todo lo vendido y reciben después su parte en comisiones. “Trabajamos para el Estado. Ellos son los jefes. Nosotros ponemos el esfuerzo, pero ellos se quedan casi todo”, resume uno de los entrevistados.

A pesar de que existen multitud de sorteos gestionados por la Administración de Lotería, lo cierto es que solo el Sorteo Extraordinario de la Lotería de Navidad y la Lotería del Niño son las únicas que permiten mantener el negocio a flote durante el resto del año. “Si la campaña va mal, puedes acabar en pérdidas y jugártelo todo”, lamentan. Por eso, muchos se ven obligados a hacer campañas agresivas, buscar clientes fuera y mantener una cartera estable de abonados.

El modelo de negocio se ha vuelto insostenible para muchos pequeños propietarios. A los bajos márgenes se suman gastos fijos como el alquiler del local, la seguridad o las nóminas de empleados. “Cuando no hay sorteo de Navidad, el día a día no da para pagar nóminas, alquiler ni nada. La Navidad te tiene que dar para cubrir todo el año”, explican.

Durante la pandemia, el golpe fue especialmente duro, ya que al no tener actividad no había ingresos, muchos tuvieron que recurrir a préstamos ICO para pagar sueldos o incluso “para comer”. Uno de los loteros recuerda: “Al final era pagar el papel de baño. Somos autónomos, pero dependemos del Estado”.

“El Estado nos ahoga poco a poco”

Los entrevistados coinciden en señalar la falta de apoyo por parte del Gobierno. “Loterías es una empresa dentro del Ministerio de Hacienda. Los presidentes son políticos de turno que no saben cómo funciona esto desde abajo”, denuncian.

Aseguran que, mientras los responsables públicos “se suben el sueldo cada dos por tres”, los vendedores siguen cobrando lo mismo desde hace dos décadas. “Nos van ahogando poco a poco para que muramos de inacción”, lamenta uno.

Tampoco reciben compensación cuando reparten premios. “Antes podíamos pagar hasta 5.000 o 6.000 euros en ventanilla y nos daban comisión. Ahora, con el límite de 2.000, todo lo demás pasa por el banco. Y de eso ya no vemos ni un céntimo”.

El impacto de la digitalización también ha cambiado las reglas del juego. Muchos clientes jóvenes compran sus boletos online a través de plataformas como TuLotero o directamente en la web de Loterías y Apuestas del Estado, lo que reduce la clientela presencial.

“Somos animales en vías de extinción”, afirma una de las vendedoras. Aunque algunas administraciones se han adaptado con aplicaciones y venta digital, la competencia con el propio sistema estatal les deja en clara desventaja.

Aun así, los loteros destacan el valor humano de su oficio, pues el trato directo con los clientes, las historias detrás de cada número y la satisfacción de repartir alegría. “Cuando das un premio y ves cómo cambia la vida de una persona, todo compensa un poco. Pero no se vive de eso”, reconocen.

El vídeo termina haciendo ver que ser lotero no es sinónimo de riqueza y más bien todo lo contrario. “Se puede vivir, tener un sueldo digno, pero no te harás millonario vendiendo números”, dice uno de ellos. Otro lo resume de forma más cruda: “No volvería a abrir una administración. Es mucho trabajo, mucho riesgo y poca recompensa”.

A pesar de todo, muchos siguen al frente por vocación y tradición. “Si volviera atrás y fuera joven, lo haría otra vez. Pero ahora ya no. Que venga la nueva generación”, concluye Rosa María.