El índice alimentario FAO del mes de agosto añade más interrogantes sobre el paradójico caso español respecto al resto del mundo. El INE le pone sobresaliente a su batalla contra la inflación, colocándola como una de las economías líderes continentales en este 2023, después de taponarla hasta el 2,6% en agosto, muy lejos de otros ejemplos continentales tradicionales como Alemania o Francia, cuyas tasas se encuentran casi tres veces por encima, pero, al mismo tiempo, esa recuperación económica no se deja ver en la cesta de la compra, de las más caras de Europa.
Es la pregunta a la que alude ‘El Confidencial’: ¿Por qué el coste de hacer la compra no se corresponde con el pinchazo de la inflación? Los precios no son los mismos que hace dos años, pero los sobrecostes de productos básicos para la dieta como el aceite de oliva (un 52,5%), el azúcar (42,5%) y el arroz (21,6%) continúan disparando el acto de acudir al supermercado con tal de llenar la despensa y la nevera.
El índice de precios alimentario de la FAO lo elabora la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, analizando la variación mensual de los precios internacionales de una canasta de productos alimenticios. Una medida que se calcula a partir del promedio ponderado de los índices de precios de cinco grupos de productos básicos como cereales, aceites vegetales, productos lácteos, carne y azúcar. Los índices reflejan los cambios en los precios al por mayor en los mercados internacionales, y no necesariamente los precios que pagan los consumidores finales.
Precio de los alimentos: la disparidad entre el INE y la FAO
Según el último informe de la FAO, el índice de precios de los alimentos se situó en agosto de 2023 en un promedio de 121,4 puntos, lo que supone un descenso del 2,1 % respecto al mes anterior y del 24 % respecto al máximo histórico alcanzado en marzo de 2022. Este retroceso se debe principalmente a la caída de los precios de los productos lácteos, los aceites vegetales, la carne y los cereales. El precio del azúcar, mientras, aumentó ligeramente.
El INE, en cambio, no es tan benévolo en su radiografía económica nacional. La tasa anual del IPC de alimentos y bebidas no alcohólicas cayó un 0,3% en agosto, pero continúa enganchada en niveles altos, con ese 10,5%. "Si la comparación se hace en índices, el resultado es que en España se sitúa un 14,7% por encima del nivel de abril de 2022, justo lo contrario de lo que refleja el índice de la FAO", advierte ‘El Confidencial’.
El índice de precios de los cereales registró una bajada del 0,7 % en agosto, debido a la mayor disponibilidad estacional derivada de las cosechas en curso en varios países productores. En España, el INE, en cambio, indica en este sentido ascensos de precio respecto a agosto de 2022 del 10%, pese a que sus subidas se moderan.
El índice de precios de los productos lácteos se redujo un 4 % en agosto y un 22% en el mundo, debido a la menor demanda por parte de los importadores y a la mayor oferta por parte de los exportadores. Sin embargo, en España su variación anual llega al 14,1% para el INE. Mismo panorama para el índice de precios de la carne, que bajó un 0,6 % en agosto, debido a la menor demanda por parte de China y a la mayor oferta por parte de Brasil y Argentina. En España, pese a registrar una menor subida en agosto, fue del 6,8% en vacuno, 6,6% en ovino, 15,6% en porcino o del 3% en la de ave y 9,8% apunta el INE.
¿Por qué no bajan los precios de la compra en España?
Según los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), el índice nacional de precios al consumo (IPC) alimentario se situó en agosto en un promedio de 103 puntos, lo que supone un aumento del 0,2 % respecto al mes anterior y del 1,8 % respecto al mismo mes del año anterior. Este incremento es menor que el registrado por el IPC general, que fue del 0,4 % mensual y del 3 % interanual.
Esto significa que los alimentos se han encarecido menos que el conjunto de bienes y servicios que componen la cesta de consumo habitual. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el IPC alimentario no refleja exactamente los mismos productos ni las mismas ponderaciones que el índice de precios de los alimentos de la FAO.
Este muestra la tendencia global de los precios de los alimentos básicos en los mercados internacionales, mientras que el índice IPC refleja el impacto de esos precios en el bolsillo de los consumidores españoles, teniendo en cuenta también otros factores que influyen en el precio final de los alimentos, como los márgenes comerciales, los impuestos o las preferencias de consumo.
Aquí entran en juego otros factores que influyen en la formación de los precios finales al consumidor, como son los costes logísticos, comerciales y fiscales, así como los márgenes de los distintos agentes de la cadena alimentaria. Así, los principales culpables podrían ser, como indica CaixaBank Research, la intensa sequía del último año, que ha estropeado hasta un 18% de las cosechas, según Eurostat, o el aumento de los costes de producción en el sector primario y en la industria alimentaria.
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