En España, miles de mujeres que interrumpieron su vida laboral para cuidar de sus hijos o se emplearon de forma discontinua dependen hoy de la pensión de viudedad. Aunque algunas, como Mercedes, logran ingresos suficientes para vivir con tranquilidad, su caso refleja una generación que trabajó sin poder asegurar una pensión propia.
A sus 64 años, Mercedes ya no trabaja, sino que dedica su tiempo a una afición que la apasiona: la genealogía, la investigación de los antepasados y las raíces familiares. “Busco información sobre bautismos, matrimonios y defunciones de pueblos de Almería para ayudar a la gente a encontrar a sus antepasados”, cuenta. Viaja tres veces al año hasta la provincia para consultar archivos y parroquias. No lo hace por trabajo, sino por vocación.
Su fuente de ingresos es la pensión de viudedad, tras el fallecimiento de su marido. “Estoy cobrando la pensión de viudedad, sobre los 1.600 euros. Está bien, hay muchas menores de la mía”, reconoce.
Con la pensión de viudedad no necesita trabajar más
Mercedes trabajó durante años en diferentes sectores, como “en control de calidad en una empresa de automoción y después en atención al cliente en una empresa de telefonía”. Pero su carrera profesional se detuvo al tener hijos y tuvo que “dejarlo por ellos”.
Hoy no piensa volver a trabajar. “Ahora es mi hobby y vivir lo que me quede por delante”, asegura. Confía en que los pocos años cotizados le permitan acceder en unos meses a una pequeña pensión propia. “Supongo que algo me contará para la jubilación y se aumentará un poco lo que tengo ahora”, comenta.
En España, para tener derecho a una pensión contributiva de jubilación es necesario haber cotizado al menos 15 años, de los cuales dos deben encontrarse dentro de los quince anteriores a la jubilación. En 2025, la pensión mínima contributiva se sitúa en 874 euros al mes (1.127 si se tiene cónyuge a cargo). Quienes no alcanzan ese tiempo de cotización pueden acceder solo a la pensión no contributiva, que ronda los 565 euros mensuales.
Aunque vive con estabilidad, Mercedes es consciente de que su pensión depende de la de su marido, una situación habitual entre mujeres de su generación que trabajaron sin cotizar lo suficiente o en empleos temporales.
“Los jóvenes siempre han pagado las pensiones de los mayores”
Preguntada por el debate generacional sobre las pensiones, Mercedes opina que “eso ha sido siempre. La gente trabaja para que otros cobren”, afirma con naturalidad. Aunque reconoce cierta incertidumbre de cara al futuro y piensa que “posiblemente” los jóvenes no lleguen a tenerla, ya que “la cosa está un poco floja, costará”.
También nota la presión de la subida de precios. “Todo ha subido muchísimo”, dice. Y añade una reflexión con perspectiva histórica: “Los que hemos vivido la peseta y ahora el euro, lo notamos más. Es un cambio radical”.

