Casi tres cuartos del entramado empresarial español espera que la tormenta de precios no amaine aún el año que viene, por lo que se avecinan malas noticias para los consumidores españoles. Según la última edición de la Encuesta del Banco de España sobre la Actividad Empresarial (EBAE), el 64,9% de las empresas espera, comparado con los precios actuales, un aumento de los precios de sus productos y servicios en 2024, debido al impacto de la inflación en los costes de producción, la escasez de materias primas y la recuperación de la demanda.
Factores estos que, además de reducir los beneficios, afectan tanto a la oferta como a la demanda, a la recuperación económica y al propio empleo. Esta situación plantea un reto para la competitividad y el crecimiento económico del país, así como para el poder adquisitivo de los ciudadanos, resultado de las expectativas de inflación que se han generado en el contexto de la recuperación económica tras la crisis provocada por la pandemia de la COVID-19.
La EBAE es una herramienta que el Banco de España utiliza para recabar información sobre la situación y las perspectivas de las empresas no financieras. La encuesta se realiza trimestralmente y abarca una muestra representativa de unos 9.000 establecimientos. Los datos recogidos permiten analizar la evolución de variables como la actividad, el empleo, la inversión, el acceso al crédito o los precios.
¿De cuánto podría ser la subida de precios?
En el tercer trimestre de 2023, la EBAE reveló que las empresas anticipan un incremento medio de los precios del 2,3% para el año 2024, lo que supone un aumento respecto al 1,9% previsto en el trimestre anterior. Este dato se sitúa por encima del objetivo del Banco Central Europeo (BCE) de mantener la inflación cercana pero por debajo del 2%. Además, el 43% de las empresas consultadas espera subir sus precios en 2024, frente al 37% que lo esperaba en el segundo trimestre.
El aumento esperado de los precios tiene implicaciones tanto para las empresas como para los consumidores y los responsables de la política económica. Por un lado, las empresas pueden ver afectada su competitividad y sus márgenes de beneficio si no logran trasladar el incremento de sus costes a los precios finales.
Por otro, los consumidores pueden ver reducido su poder adquisitivo y su confianza si los precios suben más rápido que sus ingresos. De esta manera, los responsables de la política económica deben estar atentos a la evolución de la inflación y sus expectativas para ajustar sus instrumentos en función de las condiciones del mercado y del cumplimiento de sus objetivos.
Alerta contrataciones
La facturación de las empresas también ha caído en el tercer trimestre, por el menor consumo interno y las exportaciones. Solo el 22,4% de las empresas ha vendido más, frente al 28,7% que ha vendido menos. Las empresas confían en una mejora de la facturación en los últimos tres meses de 2023, por la mejoría sanitaria y la demanda. La industria y la agricultura son los sectores más afectados.
Consecuentemente, la menor facturación también mina la contratación, como también certifica el informe. Solo el 18,8% de las empresas aumentaron su plantilla en el tercer trimestre del año, mientras que el 40% lo ha reducido. Además, las expectativas para el último trimestre no son muy optimistas, ya que solo el 16,9% prevé aumentar su plantilla y el 23,1% espera reducirla. El 39% cree que el problema con la mano de obra, sobre todo en hostelería y construcción, se ha agravado con el motivo de la falta de cualificación como gran lastre.
Los tres factores que determinarán cuánto subirán los precios en 2024
La inflación, que se situó en el 3,3% en agosto, es uno de los principales factores que presionan al alza los precios. El aumento del coste de la energía, especialmente del gas y la electricidad, ha encarecido los procesos productivos y ha reducido los márgenes de beneficio de las empresas. Además, la subida del salario mínimo interprofesional (SMI) y de las cotizaciones sociales también ha incrementado los costes laborales.
Otro factor que influye en el aumento de los precios es la escasez de materias primas y componentes, que afecta a sectores como la industria, la construcción y el automóvil. La pandemia ha provocado una disrupción en las cadenas de suministro globales, generando retrasos, encarecimiento y falta de disponibilidad de algunos productos. Esto obliga a las empresas a buscar proveedores alternativos o a trasladar parte de los costes a los consumidores.
Por último, la recuperación de la demanda, impulsada por el avance de la vacunación y la reapertura económica, también contribuye al aumento de los precios. Algunos sectores, como el turismo, la hostelería y el ocio, han experimentado un repunte de la actividad tras meses de restricciones y confinamientos. Esto les permite recuperar parte de las pérdidas sufridas y ajustar sus precios al alza.
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