La clase media española ya no mide su estabilidad en tener una vivienda en propiedad, sino en lograr el dinero suficiente para pagar la entrada e hipotecarse. Esta es la advertencia que lanza el doctor en finanzas Luis Garvía, que alerta de que el acceso a la vivienda se ha convertido en un laberinto marcado por sueldos bajos, precariedad laboral y una oferta cada vez más reducida.
En su intervención en laSexta Xplica, Garvía fue contundente: “Es un desastre absoluto que un tercio de las viviendas que se van a adjudicar en el mercado en los próximos 10 años sea por herencia”. En su opinión, no se trata de un problema de transmisión patrimonial, sino de un mercado bloqueado en el que cada vez es más difícil acceder a un piso en propiedad, aunque el Gobierno intenta combatirlo con diferentes medidas, como la nueva ayuda para jóvenes que pretendan alquilar con opción a compra.
“La clase media está desapareciendo”
El director en finanzas advirtió que “la clase media está desapareciendo”, una visión que coincide con la del economista Santiago Niño Becerra, que en una entrevista reciente con NoticiasTrabajo alertó que “la clase media que conocemos en España está desapareciendo a velocidad de vértigo” y que solo sobrevivirá una clase media alta cada vez más reducida.
Además, según explica Garvía, el concepto de ‘clase media’ ha cambiado radicalmente: “Ya no es ni tener una vivienda, sino tener la entrada para acceder a una casa e hipotecarte”. Una afirmación que rompe con la idea de que un trabajo estable puede bastar para acceder a la compra de una vivienda.
La vivienda, en manos de jubilados
El diagnóstico de Garvía apunta también a la concentración de la propiedad en los mayores. “El 45% de las viviendas las tiene gente mayor de 65 años que, además, cobra pensiones”, explica. Mientras tanto, los jóvenes se enfrentan a salarios bajos y contratos temporales que les impiden ahorrar lo suficiente para dar el salto a la compra.
“Tenemos una precariedad laboral tremenda”, lamenta el experto, “la gente joven cuando se incorpora a trabajar tiene un problema asociado a los sueldos bajos; y luego está el problema de la vivienda, que no hay suficiente”, remarcó.
El resultado, según Garvía, es una pescadilla que se muerde la cola: poca oferta, precios elevados, precariedad laboral y dependencia creciente de las herencias. Una situación que, a su juicio, exige replantear con urgencia las políticas de vivienda si no se quiere consolidar una sociedad partida entre propietarios consolidados y generaciones enteras condenadas al alquiler o a esperar la herencia.

