Europa y España se preparan para los posibles nuevos impuestos al tabaco y derivados como el vaper, amenazando a la industria debido al excesivo aumento de precio. Mientras la Comisión Europea, con Teresa Ribera al mando de la transición ecológica, ultima la mayor subida fiscal de la historia reciente sobre el tabaco y los dispositivos electrónicos, es Wopke Hoekstra, comisario europeo de Clima, Cero Emisiones y Crecimiento Limpio, quien pilota esta política de aumentos impositivos bajo la dirección directa de Ribera. Al otro lado del Atlántico, Estados Unidos encarece los vapers chinos hasta el 79% bajo el mandato de Trump. El resultado de esta ecuación es que, al subir el precio de forma abusiva, los consumidores se verán abocados a recurrir a alternativas más baratas, ilícitas y que no garantizan ninguna seguridad sanitaria, como es el mercado Chino.
Para entenderlo mejor, por un lado, Trump ha declarado la guerra comercial a los vapers de China, imponiendo aranceles que en la práctica prohíben la importación legal y disparan los precios en el mercado estadounidense. En paralelo, la Comisión Europea de Teresa Ribera y su mano derecha, Wopke Hoekstra, preparan un ‘impuestazo’ paneuropeo para recaudar hasta 30.000 millones de euros al año, no solo sobre el tabaco convencional, sino también sobre los cigarrillos electrónicos y vapeadores. Países como Italia, Grecia o Rumanía ya han advertido de su intención de vetar la medida, porque la directiva solo puede salir adelante si hay consenso unánime entre los socios europeos.
La subida de impuestos conlleva más consumo ilegal
El precedente es claro, ya que en Francia y Países Bajos, cada subida de impuestos ha ido acompañada de una explosión del mercado negro y de la entrada de falsificaciones, según los datos de KPMG y la propia Comisión. En 2024, el consumo de cigarrillos falsificados en Europa superó los 15.300 millones de unidades, un 20% más que el año anterior. En Países Bajos, tras una subida fiscal récord, el contrabando se duplicó.
España, puerta de entrada a Europa y uno de los mercados más dinámicos, está en el epicentro de esta tormenta perfecta. Si se aprueba el nuevo impuesto europeo, el precio de los vapers se disparará y miles de consumidores buscarán alternativas baratas en el mercado negro, dominado por productos chinos no conformes o directamente falsos. El riesgo sanitario es doble: nadie controla la composición, la pureza ni el origen de estos dispositivos.
El diagnóstico habla por sí solo, ya que según el último informe de Euromonitor International (junio 2025), el 35% del vapeo en Europa Occidental ya es ilícito o no conforme. A nivel global, se espera que el 79% de los vapers desechables vendidos en 2025 sean ilegales. “Las restricciones y las subidas fiscales solo abren más huecos que el mercado ilícito chino se apresura a llenar”, advierte el documento.
El consenso entre Estados miembros es la última línea de defensa, pues sin acuerdo total, la directiva no verá la luz. Pero aun así, la presión recaudatoria y el lobby antitabaco aceleran la negociación. Desde Bruselas, la consigna es que hay que devolver el dinero de los fondos post-pandemia y financiar las nuevas prioridades de defensa y transición verde. El problema, como ya sabe Francia, es que la subida de impuestos puede salir carísima pues el comercio ilícito le ha costado a la UE más de 15.000 millones en ingresos fiscales solo en el último año.
“Subir impuestos sin control solo beneficia al contrabando y a las mafias”, advierten los expertos. Ahora, la batalla del “impuestazo” europeo no se va a librar ni en Bruselas ni en el despacho Oval de Trump, sino como siempre ocurre en estos casos en los estancos y entre los fumadores de a pie, especialmente aquellos con economías más modestas, que asfixiados por los precios buscan refugio en la avalancha de vapers chinos que ya empieza a llegar.

