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Joan (27 años), propietario de una granja avícola: “La rentabilidad de un huevo campero es del 25% frente al 12% del industrial”

Un joven emprendedor lo tiene claro sobre el negocio de los huevos camperos en España: “Es rentable, pero tienes que pelear cada euro”.

Joan junto a varias docenas de huevos
Joan junto a varias docenas de huevos |Adrian G Martín | YouTube
Francisco Miralles
Fecha de actualización:
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En lo que va de 2025, el precio de una docena de huevos se ha incrementado en torno a 1,50 euros, lo que supone un aumento del 50% debido a los efectos de la gripe aviar, que ha provocado la pérdida de más de dos millones de gallinas ponedoras en España. A esto se suman subidas acumuladas de hasta el 137% desde 2021, lo que ha convertido al huevo en uno de los productos más encarecidos del supermercado. Esto nos hace preguntarnos a qué se debe esta subida y, sobre todo, si sigue siendo rentable producir huevos.

En el canal de YouTube de Adrián G. Martín, un joven emprendedor de 27 años y propietario de la granja Avícola Can Costeta en Mallorca, explica como es el negocio de los huevos camperos, qué coste tiene y si es rentable y merecer la pena dedicarse a este oficio con cada vez más problemas.

Es un trabajo duro, muchas horas y tienes que luchar mucho para que la rentabilidad salga adelante”, asegura. En un país donde cierran más de 20 granjas al día, Joan ha apostado por la producción directa y local, convencido de que es la única forma de sobrevivir en el sector primario.

“Nadie quería financiarme”

A pesar de que Joan estudió Administración y Dirección de Empresas (ADE) y tenía ante sí la opción fácil en una vida de oficina, corbata y estabilidad, este decidió apostar por el campo, las gallinas y el emprendimiento rural. “Producir para otro y que el otro revenda tiene una caducidad”, afirma.

Con solo 22 años, inició su negocio con un premio de 700 euros que obtuvo en un concurso de autoocupación. “No había nadie que me quisiera dar financiación por ser joven, así que tuve que empezar el negocio como pude y reinvertir todo el tiempo”, explica.

Comenzó con poco más de 100 gallinas y una producción mixta en la que el huevo representaba apenas el 25% del negocio. Hoy, cinco años después, ha dejado atrás la carne para centrarse exclusivamente en la producción campera.

“Aquí no hay fines de semana libres”

El modelo de negocio de Avícola Can Costeta se basa en la calidad y el bienestar animal. Cada gallina dispone de más de 4 m² para moverse libremente, frente a las jaulas de las explotaciones industriales, que son más pequeñas que una hoja A4.

Aquí no cuidamos gallinas, cuidamos reinas”, dice Joan, convencido de que el bienestar animal se refleja en la calidad del producto: “Estamos en un 93% de puesta diaria, mientras que en una industrial difícilmente llegan a ese rendimiento”.

Montar una granja campera cuesta más de 60.000 euros solo en infraestructura inicial. A esto se suman los costes del pienso, los vehículos adaptados para el reparto, la automatización, los envases y, sobre todo, el personal.

“El principal gasto es el personal, porque esto es de lunes a domingo. Aquí no hay fines de semana libres. También gastamos mucho en la alimentación de las gallinas y en las analíticas para garantizar la calidad”.

En cuanto a la rentabilidad, Joan detalla que un huevo campero se vende a unos 0,38 euros la unidad, frente a los 0,28 euros de uno industrial. “La rentabilidad ronda el 25% frente al 10-12% de una granja industrial. Pero es un margen pequeño y cada euro cuenta. Solo puedes vivir de esto si produces y distribuyes tú mismo, eliminando intermediarios”, matiza.

Actualmente, Joan distribuye sus huevos directamente a tiendas, hornos, fruterías y restaurantes, incluyendo varios con estrella Michelin, hasta sumar 94 puntos de venta en Mallorca. “Cada vez nos llegan más clientes por el boca a boca. Un cocinero prueba nuestros huevos en un restaurante y los quiere para su carta”.

Sobre escalar el negocio y entrar en grandes superficies explica que “ahora mismo lo vemos inviable. No queremos luchar por precio, preferimos ofrecer un producto de calidad y que el precio sea justo”.

El futuro del sector, según Joan, pasa por la integración vertical, es decir, que los productores sean también distribuidores. “Hace 60 años, uno de cada tres españoles trabajaba en el campo. Hoy es menos del 4%. Solo van a sobrevivir los proyectos que produzcan y distribuyan por sí mismos. Producir para otro y dejar que revenda tiene los días contados”.

En definitiva, sí es rentable el negocio de los huevos camperos en España, pero a costa de trabajo constante, inversión y una gestión casi artesanal. “Esto es trabajo de lunes a domingo, sin festivos, y hay que pelear cada euro. Si no tienes pasión y no apuestas por la calidad, es imposible aguantar”.