Durante décadas, la construcción fue sinónimo de estabilidad laboral en España, pero hoy en día el sector vive una crisis silenciosa: faltan manos, y las que quedan lo piensan dos veces antes de seguir. “No hay gente que quiera trabajar en esto”, lamenta Hernán Mora, un albañil con más de 25 años de experiencia, entrevistado en el pódcast Sector Oficios. “Los sueldos no compensan el esfuerzo que exige el trabajo”.
Hernán, originario de Ecuador y afincado en Tarazona (Zaragoza), comenzó en la albañilería en los años noventa casi por casualidad. “Compré una casa en ruinas y tuve que hacerle el tejado. Cuando vi lo que costaba, pensé que era mejor aprender”, recuerda. Empezó como peón, aprendió observando y acabó fundando su propia empresa, con hasta 19 empleados antes de la crisis de 2008. “Aquello fue un golpe durísimo. Tuve que cerrar y pagar a toda la plantilla. Perdí mucho dinero”.
“Antes se ganaba bien, ahora ya no tanto”
En sus inicios, el trabajo abundaba y los sueldos eran mejores. “En los años buenos, un oficial podía sacar 1.800 o 2.000 euros al mes. Había destajo y quien quería ganar más, lo hacía”, explica. Hoy la realidad es distinta: “Un albañil de primera está cobrando entre 1.400 y 1.600 euros, y un peón apenas supera los 1.200. Con eso, mantener una familia es complicado”.
A esa situación se suman los gastos de autónomo y los impuestos. “Muchos buenos profesionales lo dejan porque Hacienda los asfixia. No puedes pagar seguros, materiales y personal con lo que se gana”, denuncia. “Nos piden cada vez más papeleo y seguridad, pero los precios no suben igual. El margen es mínimo”.
“El problema es que los jóvenes no quieren este trabajo”
Otro de los grandes problemas del sector, según Hernán, es la falta de relevo generacional. “No hay jóvenes que quieran aprender. Antes un peón se esforzaba para ser oficial; ahora no duran ni dos semanas. Si llueve, ya no quieren ir a trabajar”.
Asegura que la construcción se ha vuelto más técnica y exigente, pero que los salarios no acompañan. “No puedes pagarle 1.400 euros a alguien que se pasa el día cargando material, agachado o subido a un andamio, cuando en una oficina se gana lo mismo sentado frente a un ordenador”.
“Con responsabilidad se puede vivir, pero sin ayudas no hay futuro”
A pesar de las dificultades, Hernán defiende su oficio. “La construcción te da para vivir si eres responsable. No te vas a hacer rico, pero puedes pagar tu casa, tu coche y vivir tranquilo”, dice. En su empresa, donde trabajan seis personas, tiene lista de espera de clientes. “Trabajo no falta, lo que falta es gente con ganas y profesionalidad”.
Aun así, lanza un mensaje a las administraciones: “Si de verdad quieren que haya relevo, tienen que mejorar los salarios y aflojar los impuestos. Si no, se va a acabar el oficio”. Con 43 años y más de media vida entre ladrillos, lo tiene claro: “Hay que dignificar la construcción. No todo es dinero, pero si no se paga bien, nadie querrá levantar una casa”.

