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Francia quiere congelar pensiones, suprimir festivos y recortar prestaciones para tapar un agujero fiscal de 40.000 millones de euros

El Gobierno de Bayrou activa el plan más impopular en décadas que busca recortar pensiones y eliminar hasta el Lunes de Pascua y el Día de la Victoria.

El primer ministro francés, François Bayrou
El primer ministro francés, François Bayrou, en la rueda de prensa ofrecida este martes en París. |EFE
Francisco Miralles
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El Gobierno de Francia ha anunciado el mayor recorte de gasto público en décadas, con congelación de pensiones, tijeretazo a prestaciones sociales y la supresión de dos festivos nacionales emblemáticos. El primer ministro, François Bayrou, pone en juego su cargo y el futuro de la legislatura para taponar el agujero fiscal que amenaza con devorar el modelo francés.

El plan, presentado esta semana y que busca aprobarse este otoño, pretende ahorrar 44.000 millones de euros en 2026. Entre las medidas se encuentra la congelación de las pensiones y las ayudas sociales durante al menos un año (lo que el Gobierno llama ‘année blanche’), el recorte de las prestaciones por desempleo y la eliminación del Lunes de Pascua y el Día de la Victoria del calendario laboral. El Gobierno calcula que solo estos dos festivos costaban 4.200 millones de euros al año, una cifra que ahora pretende sumar a la caja del Estado.

Congela las pensiones, pero mantiene el gasto militar

La ofensiva incluye además una “contribución solidaria” para las grandes fortunas, aunque el Ejecutivo ha evitado aclarar cuánto y a quién afectará. Queda fuera del hachazo el presupuesto militar, que aumentará un 10% por mandato directo de Emmanuel Macron, ante la escalada de tensión con Rusia. Defensa y deuda son las únicas partidas intocables en un país que este año pagará 62.000 millones solo en intereses, casi tanto como el gasto conjunto en Defensa y Educación.

El Gobierno no esconde el dramatismo de la situación. “Este es nuestro momento de la verdad. Nos hemos vuelto adictos al gasto público”, proclamó Bayrou ante la prensa. El mensaje: o Francia recorta ahora, o el país corre el riesgo de “caer como Grecia” en la próxima crisis. Si nada cambia, el coste de la deuda escalará hasta los 100.000 millones anuales en 2029, una losa que sepultaría cualquier intento de recuperación.

Pero el terremoto político ha llegado con la supresión de los festivos. El Lunes de Pascua y el 8 de mayo no son simples días libres, sino símbolos de la identidad nacional y la memoria de las guerras mundiales. El gesto, que Bayrou vende como “imprescindible”, ha roto el consenso social y político. Desde la izquierda hasta la extrema derecha, la oposición habla ya de “austeridad salvaje” y de “ataque frontal” a los trabajadores y jubilados.

Marine Le Pen, líder de Agrupación Nacional, amenaza con tumbar el Gobierno: “Si Bayrou no revisa su plan, lo censuraremos”. La izquierda acusa al Ejecutivo de dejar intactos “los privilegios del capital” y descargar el ajuste sobre las clases medias y bajas. El propio Mujtaba Rahman, director para Europa del grupo Eurasia, lo califica de “maniobra kamikaze”, sin opciones reales de prosperar pero que evidencia la gravedad del colapso fiscal francés.

La fragilidad de la mayoría parlamentaria obliga a Bayrou a preparar una jugada de alto riesgo: aprobar el presupuesto por decreto constitucional (artículo 49.3), sorteando la votación, pero a cambio de abrir la puerta a una moción de censura. Así cayó su antecesor, Michel Barnier, hace apenas un año, por intentar una medida similar: desvincular las pensiones del IPC.

Los analistas lo ven casi imposible. Barclays advierte de que el objetivo de reducir el déficit al 4,6% del PIB en 2026 es “inalcanzable” y predice “un déficit prácticamente sin cambios durante los próximos dos años”. Con un agujero del 5,8% del PIB (el tercero mayor de la UE) y la deuda cerca del 115%, Francia se asoma al abismo.

¿Es posible en España?

En España, la eliminación de festivos nacionales también sería legalmente posible, apuntan desde Xakata, pero exige una reforma negociada y no puede imponerse de manera unilateral. El sistema reparte la competencia entre el Estado, las autonomías y los municipios, con 14 días garantizados por ley.

La pregunta de fondo es si Francia asiste al principio del fin de su modelo social. Bayrou lo admite abiertamente: “Conocemos perfectamente los riesgos”, dijo. Pero insiste en que la alternativa, dejar que la deuda siga creciendo, sería aún más peligrosa. Francia se juega mucho más que un presupuesto: el pulso entre recortes y resistencia marcará el futuro del país.